Los fondos europeos disparan las obras de rehabilitación a su máximo en quince años

Las reformas suponen casi la mitad de todas las licencias de construcción concedidas en Galicia

Las peticiones de ayudas para financiarlas aumentaron un 60%

La edificación de nueva planta se redujo un 13% este año

Un edificio en rehabilitación.

Un edificio en rehabilitación. / Alba Villar

Paula Pérez

Cada vez es más frecuente pasear por el centro de las ciudades y encontrarse edificios cubiertos con lonas o con andamios pegados a las fachadas. El furor por construir nuevas barriadas y urbanizaciones ha dado paso al auge de la rehabilitación: así se da una segunda vida a los inmuebles viejos o se mejoran sus condiciones de habitabilidad. Es una apuesta instigada además por la UE, que busca la neutralidad climática de las viviendas y su eficiencia energética y, de ahí, la potente inyección de fondos europeos que está destinando a rehabilitar. En Galicia esta lluvia de millones ya se está traduciendo en obras. Entre enero y agosto de este año se concedieron licencias para remodelar 1.205 edificios. Es la cifra más alta de la serie histórica, con una única excepción hace quince años, en 2008, cuando se superó levemente el número de permisos para reformar inmuebles.

Pero además este impulso a la rehabilitación se produce en un momento de frenazo a la obra nueva. La construcción de viviendas vivió una época dorada en España hasta el estallido de la llamada burbuja del ladrillo en 2009, cuando se desató la crisis financiera derivada de la caída de Lehman Brothers. Desde entonces las cifras de licencias para edificaciones de nueva planta descendieron progresivamente y no fue hasta 2013 cuando tímidamente empezaron a recuperarse.

En la última década la construcción de obra nueva dibujó una línea ascendente. Hasta 2023. Según los datos del Instituto Galego de Estatística (IGE), entre enero y agosto se concedieron licencias para edificar 1.332 nuevos edificios, un 13% menos que el mismo periodo del año anterior. La crisis energética surgida tras la guerra de Ucrania encareció los materiales para construir, a lo que se suma este año un frenazo de la demanda debido a que el encarecimiento de las hipotecas retrae el mercado.

En este contexto, sin embargo, la rehabilitación continúa su tendencia ascendente. Entre enero y agosto se concedieron un 4% más de licencias que el pasado año, alcanzando así la cifra más alta de permisos para reformar edificios desde 2008.

La rehabilitación copa ya el 47% de las licencias de obra que conceden los ayuntamientos situándose casi a la par con la obra nueva.

Ayudas públicas

A este impulso de las reformas está contribuyendo la batería de ayudas públicas desplegadas para reformar fachadas, cubiertas, ventanas, cambiar sistemas de calefacción o cualquier otra actuación encaminada a mejorar la eficiencia energética de las viviendas. Este año las solicitudes recibidas por el Instituto Galego de Vivenda e Solo (IGVS) para acceder a ayudas de rehabilitación de viviendas aumentaron un 60%. Así, se presentaron peticiones para arreglar alrededor de 17.000 viviendas frente a las 10.443 del 2022. Ante la avalancha de peticiones, la Xunta se vio incluso obligada a incrementar el pasado mes de agosto el presupuesto destinado a estas actuaciones. En total se invertirán más de 73 millones de euros —una cuantía notablemente superior a la de la anterior convocatoria cuando se rozaron los 40 millones de euros—.

Y la rehabilitación tendrá que intensificarse aún más en el futuro. La nueva Directiva de Eficiencia Energética en la Edificación obligará a profundas reformas en muchos inmuebles. Bruselas exigirá que todos los edificios tengan como mínimo un certificado de eficiencia energética E en enero de 2030 y D —o mejor— en 2033.

En total, se han evaluado en la comunidad 219.230 edificios. Y hay 178.713 con una calificación inferior a D que tendrán que ser reformados antes de 2033 —de ellos 63.454 con una etiqueta inferior a E deberán hacerlo ya antes de 2030 según la nueva norma europea—.

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