Un nuevo informe avala ante la ONU la ampliación fronteras submarinas 210 kilómetros al oeste de Galicia

Una comisión científica presenta los datos el lunes en Nueva York tras la campaña del Sarmiento de Gamboa

elena ocampo

Un completo (y complejo) informe, resultado de la “radiografía” cartográfica de los límites submarinos de España, que añade los últimos datos recopilados a finales de 2023 a bordo del buque oceanográfico Sarmiento de Gamboa, viaja hoy a Nueva York para defender que las fronteras se amplíen unos 210 kilómetros al oeste de Galicia en la latitud de Vigo. Una extensión equivalente a la distancia por carretera desde A Coruña a Xinzo, pero en el fondo del mar.

La ampliación de la plataforma continental española frente a las costas de Galicia persigue “blindar su futura preservación y explotación”, en palabras del coordinador de la comisión del proyecto de ampliación de la Plataforma Continental española, Luis Somoza. Si en el futuro alguna biofarmacéutica persiguiera moléculas del fondo submarino, por ejemplo, esa patente sería del Estado; también una posible explotación de recursos —existe gas y minerales cerca de ese profundísimo lugar—, tendría que solicitar permiso al Gobierno español.

Esta operación cuenta con un espaldarazo previo: ya fue preaprobada por la ONU la ampliación de una extensión de unos 20.000 kilómetros cuadrados situados al norte del rico Banco de Galicia —fueron unos 74.000 entre cuatro países—, a los que ahora se pretende sumar la superficie de esos 210 kilómetros más.

Se trata de una zona próxima a donde se hundió el Prestige y, también, donde durante décadas fueron depositadas toneladas de residuos nucleares de casi una decena de países europeos. La conocida como “fosa atlántica” que engulló en sus casi 4.000 metros de profundidad aquella basura radiactiva. De aprobarse la extensión de la soberanía sobre esa superficie, ya no serían precisas heroicas maniobras como la gesta de aquellos marineros gallegos a bordo del Xurelo que en 1981 y 1982 y con ayuda de Greenpeace, lograron evitar que el océano se convirtiera en un cementerio nuclear.

“Un metro más allá de donde marquemos el punto, una compañía podría pedir permiso para una explotación a la ONU, pero dentro de nuestros límites, la soberanía es del Gobierno español”, explica Somoza. Destaca también de soslayo que se podría alcanzar mayor gobierno en la coordinación (y agilidad) de posibles desastres marinos. Y, también, “la gestión de las especies que están en contacto con el fondo”, añade.

Criaturas que parecen autopropulsarse o peces similares a las morenas son parte de la fauna submarina que se refleja en un vídeo de los trabajos de exploración en la zona, que se extiende justo desde la plataforma oceánica de Galicia. Para ello, se valieron de un robot submarino.

A partir del lunes, una comisión científica presentará todos los datos que avalan esa petición ante la ONU en Nueva York y que añaden los datos recopilados en días duros días (hubo temporal) con “la última tecnología disponible” en el oceanográfico Sarmiento de Gamboa.

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