Comida y aseo: un trabajo de 365 días para erigirse con el premio a la mejor vaca frisona

Los participarantes en esta edición, que se celebra el fin de semana en Cospeito, relatan la preparación, esfuerzo y constancia que se exige para ganar el concurso

Vaca frisona.   | // E. P.

Vaca frisona. | // E. P. / J. L. Ramudo

J. L. Ramudo

Este fin de semana se celebra en Muimenta, en el municipio lucense de Cospeito, una nueva edición de los dos únicos concursos de vacas de élite de raza frisona que sobreviven en Galicia. Las explotaciones participantes ultiman la preparación de las reses que entrarán en competición, aunque en realidad el cuidado específico de esos animales es un trabajo de todo el año.

A sus 32 años, Alberto Iglesia tiene ya una dilatada experiencia en concursos de ganado de raza frisona, en los ámbitos nacional e internacional. En los últimos años, también ha conseguido ocho veces el título de Vaca Gran Campeona en el concurso regional de frisonas y en el que se celebra en Muimenta parece no tener rival, con siete victorias en la misma categoría.

Algo así no es fruto de la casualidad. “Hace falta “tiempo de preparación, mucho esfuerzo y mucha constancia”, explica Iglesia. “Las vacas de concurso están separadas de las otras durante los 365 días del año. Consumen una comida diferente, con mucha fibra, para que se vean muy abiertas de costillas, pero al mismo tiempo muy finas. Además, les damos pienso alto en proteína, para que no engorden, pero den mucha leche”, explica Alberto. Son animales excepcionales. Las vacas que van a concurso son las que más leche dan de la explotación”, aclaró, y son “capaces de producir más de sesenta o setenta litros al día”.

Además de ser muy buenas, tienen que parecerlo. “Para tenerlas bien preparadas hay que lavarlas bastante veces antes. Se trata de que vayan cogiendo brillo y tengan el pelo bien limpio para que luzcan en la pista el día del concurso”, apunta Iglesia.