José López Campos // Conselleiro de Cultura, Lingua e Xuventude

Un político para hoy y mañana

Una promesa del baloncesto con carisma para venderte arena en el desierto y dejarte con la sensación de haber hecho un buen negocio

El nuevo conselleiro de Cultura

El nuevo conselleiro de Cultura / Javier Lalín

Lois Docampo

José López Campos es un animal político. Carismático, inteligente, divertido... una de esas personas capaces de venderte arena en el desierto dejándote con la sensación de haber hecho un buen negocio. A pesar de ese talento natural para lo suyo, lo cierto es que su intención nunca fue ser político. Vilariño, apelativo por herencia familiar que todavía conserva de su juventud, iba para jugador de baloncesto. Con más de dos metros y un poderoso físico, se convirtió en uno de los protagonistas de los mejores años del EDM Baloncesto A Estrada. Su progresión hizo que llegasen ofertas de grandes equipos como el Joventut de Badalona, pero no dudó en rechazarlas para quedarse en casa con los suyos.

Aquellos sueños iniciales mudaron años después. Su ambición a nivel profesional pasó a convertirse en ser director de la oficina bancaria para que trabajaba en A Estrada. Cumplidos los 31 años, ya había alcanzado su meta. Fue cuando el por entonces alcalde de A Estrada, Ramón Campos, llamó a su puerta. Había escuchado maravillas de aquel carismático joven y quería incorporarlo a su gobierno. Así fue como López Campos inició su carrera política. En el año 2003 fue elegido concejal y estuvo al frente de las competencias de Industria y Comercio, además de ejercer ya como teniente de alcalde.

Tras la derrota del PP en las elecciones del 2007, el ahora conselleiro fue el elegido para liderar el partido con vistas a los comicios del 2011. López asumió galones desde el inicio y confeccionó un equipo a su medida. Ganó esas elecciones y también las tres siguientes, manteniendo a su equipo casi inalterable y afianzando A Estrada como uno de los grandes bastiones del PP en Galicia. A lo largo de sus trece años de mandato, López Campos fue consolidando su figura de líder carismático, con una gran capacidad para el cara a cara con los vecinos y buenas cualidades para la oratoria. Mostró además una gran predilección por los proyectos ambiciosos, siempre buscando dejar un legado para el futuro a nivel de infraestructuras.

Su buen trabajo para el partido a nivel local también lo llevó a ser diputado en el Parlamento de Galicia, entre 2009 y 2011, y diputado provincial entre 2011 y 2015 y a partir de julio de 2019. Sin embargo, aquel joven que soñaba con ser una estrella de baloncesto también tenía otras aspiraciones en el mundo de la política. Esos deseos de dar el salto al ruedo autonómico nunca encontraron el necesario apoyo de un Alberto Núñez Feijóo con el que mantuvo siempre una relación distante. Todo lo contrario pasaba con su vicepresidente, Alfonso Rueda, con el que coincidía habitualmente en la Academia Galega de Seguridade Pública (Agasp) de A Estrada y con quien le une una amistad más allá de la política. De hecho, tanto se les puede ver tomando algo juntos en la costa pontevedresa como dando un paseo en bici, afición que comparten.

Ese entendimiento entre ambos hizo que todos los focos apuntasen al alcalde de A Estrada después de las pasadas elecciones gallegas. Rueda quería formar su propio gobierno y su “amigo” López Campos era una de sus principales bazas. Se barajaron diferentes opciones en cuanto a la consellería, aunque finalmente el propio Rueda decidió que su sitio ideal era en Cultura, Lingua e Xuventude. A priori no es el destino esperado para un hombre acostumbrado a moverse más en otros sectores. El presidente puede haber apostado por darle una plataforma con protagonismo mediático y, al mismo tiempo, lejos de la primera línea de fuego que conllevan otras consellerías con más riesgos. En el PP, más de uno ve a López Campos como una apuesta de presente pero también de futuro. Un “ferrari” al que hay que mimar a la espera de su momento.

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