El municipio de Oleiros está muy afectado por la plaga del picudo rojo pero en A Pasaxe han resultado más peligrosas las palas enviadas por el Concello, que echaron abajo la Casa Carnicero mientras que su palmera sigue en pie y con aparente buena salud aunque al otro lado de la calzada muriese en 2019 el viejo ejemplar de otra vivienda catalogada, la Casa de las Chinchillas.

A las tres de esta tarde se habrá cumplido un año exacto de la desaparición de la Casa Carnicero, el edificio modernista de 1916 catalogado por el plan general de Oleiros y que derribó el Concello al parecer por el peligro inminente de desplome sobre la carretera de A Pasaxe, después de que su estructura quedase muy dañada por un incendio meses antes, en julio de 2020. Ahora solo quedan en pie algunas piedras de la base del primer piso (el resto están amontonadas en la parte de atrás) y la palmera, con su tronco cubierto de hiedras.

Un año después, este polémico derribo en Fin de Año a la hora de la comida le trajo al alcalde, Ángel García Seoane, una imputación por un posible delito contra el patrimonio histórico, tras una denuncia del Ministerio Fiscal. Dos agentes de la policía autonómica que acudieron a la zona el día del derribo ya fueron a declarar el pasado mes de octubre al Juzgado de Instrucción Número 8 de A Coruña, en un proceso en el que también figuran como investigados la concejala de Urbanismo; la asesora urbanística y el arquitecto municipal. Se está a la espera de que las partes pidan nuevas diligencias antes de llamar a más personas a declarar.

La Casa Carnicero fue adquirida por el Concello de Oleiros días antes de decidir su demolición y después de lustros sin tomar medidas ni forzar a sus propietarios a que rehabilitasen el inmueble del arquitecto Rafael González Villar, a pesar de que el Ayuntamiento sí presionó para que propietarios arreglasen, por ejemplo, las viviendas ruinosas de la plaza de A Rabadeira.