Crimen en Paderne: A prisión una vecina tras aparecer su esposo muerto en la cama con varios golpes en la cabeza
La mujer se enfrenta a cargos por homicidio | No constan denuncias previas entre ambos | La detenida, de unos 60 años, se encontraba hospitalizada cuando fue hallado el cadáver | Según los vecinos, con los que apenas tenían relación, eran "conflictivos" y estaban "obsesionados con la brujería"
Manuel L. , de 64 años, apareció muerto el pasado 20 de enero en su casa de la aldea de O Tercio, en Velouzás (Paderne). Tenía varios golpes en la cabeza. La Guardia Civil, los bomberos y personal de Servicios Sociales del Ayuntamiento descubrieron su cuerpo, tendido y tapado en la cama, cuando accedieron al domicilio alertados por los vecinos, que dieron la voz de alarma al ver cómo se acumulaba la correspondencia en la entrada de la vivienda.
Los datos preliminares de la autopsia no concretan cuánto tiempo llevaba muerto, pero el instituto armado sospecha que Manolo, como lo conocían en esta pequeña aldea de Paderne, pudo fallecer ya en las fiestas navideñas. Su mujer, Pilar G., natural de Viadeiro (Miño), que llevaba varias semanas ingresada en el hospital por una dolencia, ha sido detenida como principal sospechosa del crimen, que la Guardia Civil incardina en la violencia doméstica.
El pasado 7 de enero esta sexagenaria llamó de madrugada al Urxencias Sanitarias 061 para solicitar asistencia médica. Relató a los sanitarios que se encontraba muy mal y fue trasladada al Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña. Tras la aparición del cadáver de su marido y las indagaciones de la Policía Judicial, el Juzgado de Instrucción número 1 de Betanzos ha decretado su ingreso en prisión provisional comunicada y sin fianza, al considerar que “concurren indicios suficientes” sobre su participación en los hechos.
La mujer permanece ingresada en la cárcel de Teixeiro y el juzgado aguarda que los informes forenses permitan avanzar en el caso, rodeado de incógnitas. La Guardia Civil imputa inicialmente a la arrestada cargos por homicidio.
Un matrimonio aislado
Los vecinos de O Tercio, una aldea de poco más de diez casas, apenas mantenían relación con este matrimonio. Afirman que ambos eran “conflictivos” y que él llevaba varios años incapacitado por un trastorno psiquiátrico y tenía crisis violentas cuando no se medicaba. Relatan también que la relación del matrimonio no era buena, aunque a la Guardia Civil no le constan denuncias previas entre ambos.
Manuel L. murió en la casa en la que nació hace 64 años. En esa vivienda humilde de dos plantas con una pequeña imagen de la Virgen de Fátima en la fachada, convivió durante años con su mujer, su madre y su único hijo. El joven falleció hace ya más de diez años, supuestamente por consumo de drogas. Su muerte supuso un duro golpe para este matrimonio, ya de por sí huraño. Manuel y Pilar se aislaron todavía más. No trabajaban, no mantenían relaciones con el vecindario, cuentan los residentes. “Hablábamos lo justo con ellos, adiós, adiós y poco más”, afirman.
Marina Pereiro, que nació también en O Tercio, en una casa que colinda con la del matrimonio, relata que ambos, especialmente ella, se “obsesionaron con la brujería”. Lo mismo cuentan otros vecinos. Fuentes próximas a la investigación afirman que los agentes hallaron también en el domicilio indicios de estas prácticas supersticiosas, aunque este extremo no ha sido confirmado oficialmente.
Desde hace unos cinco años, tras la muerte de la madre del fallecido, Manuel L. y Pilar G. vivían solos en la casa. Ella tenía algún pariente en Miño, pero apenas mantenían contacto. El matrimonio, a pesar de sus problemas, rechazó la asistencia de los Servizos Sociais.
A nadie le sorprendió que la ambulancia acudiese a su domicilio el 7 de enero de madrugada para ingresar a Pilar G. en el Chuac. Sí causó cierta extrañeza que ella dejase aviso al panadero de que no dejase más el pan en la casa.
La detenida apenas mantiene relación con sus parientes, no recibe visitas en la prisión de Teixeiro. Nada ha trascendido de su testimonio. Los vecinos de O Tercio relatan que en los últimos meses se mostraba más a la defensiva que nunca, que les reprochaba que hablasen mal de ellos a sus espaldas. “¿Y nosotros qué íbamos a decir? Pues decíamos que era una pena, una pena...”, dice Marina Pereiro negando la cabeza.
La Policía Judicial prosigue con las pesquisas para esclarecer esta muerte violenta que ha sacudido la pequeña aldea de O Tercio, en Paderne, aunque en el vecindario nadie parece sorprendido por este desgraciado final.
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