50 años del centro que unió a la infancia en Tarrío

Exalumnos, exdocentes y políticos recuerdan medio siglo del colegio

Exalumnos y extrabajadores, responsables del centro, representantes del Concello y de la Xunta y miembros del Gobierno y la Corporación local, en el acto.

Exalumnos y extrabajadores, responsables del centro, representantes del Concello y de la Xunta y miembros del Gobierno y la Corporación local, en el acto. / L. O.

“La norma principal que se nos transmitió siempre aquí fue el respeto. Mi bisabuelo siempre decía, y mi abuela, doña Celsa, lo repetía, que un buen maestro no tiene que saber mucho, sino que tiene que saber transmitirlo”, relató ayer Iria en el patio del centro donde hoy enseña y donde, de niña, estudió: el colegio de Tarrío. El centro que reunió a niños cullerdenses hasta entonces separados en escuelas unitarias celebró este sábado al primer acto en conmemoración de sus 50 años, con intervenciones de antiguos trabajadores y alumnos, el exalcalde y maestro, Julio Sacristán; el actual regidor, José Ramón Rioboo; o la inspectora de Educación de la Xunta, Isabel García Vila, y con la inauguración del Bosque dos Valores, obra del artista ceramista Víctor Ares que inmortaliza dibujos de niños, además de un mural con el logo del centro, obra también de Ares. La cita incluyó la proyección de un vídeo, la plantación de un roble y una comida y contó con la asistencia de la primera promoción.

50 años del centro que unió a la infancia en Tarrío

Mural con el logo del centro, elaborado por el artista Víctor Ares. / L. O.

“Majestuoso, muy grande...”, así veían recién estrenado el colegio quienes procedían de las escuelas de la época, relató Rioboo. Era momento de cambios. La dictadura languidecía y todavía no se había incorporado al currículo educativo la Educación Física cuando el “siempre alcalde” de Culleredo Julio Sacristán —como ayer lo denominó su sucesor— impartía la materia en la Universidade Laboral y, a iniciativa del primer director del colegio de Tarrío, que lo fue durante 34 años —los mismos que Sacristán fue alcalde—, Agustín Mateos, mandó a cinco estudiantes a impartir clases de baloncesto, balonmano, voleibol y atletismo en el colegio los sábados por la mañana. “Eran extraescolares. Y se juntaban un montón de chavales”, recuerda Sacristán.

El colegio abrió sus puertas con más de 700 alumnos. Hoy tiene más de 500 y “llegó a tener más de 1.000”, recordó la exconcejala de Educación, Carmen Varela, que apuntó que las cifras iniciales de escolares, que se han rebajado, se deben a que en 1973 todavía no existían los colegios que se construyeron después. Varela y Sacristán agradecieron la labor de la docente que hace 17 tomó las riendas del centro desde la dirección, Ana Liñares, quien aseguró que “ofertar una educación de calidad y que todas y todos los que acuden a él se sintiesen acogidos, queridos y respetados” fue siempre la meta del colegio, que “a lo largo de los años dejó huella en muchas generaciones de cullerdenses”, afirmó.

“Me encanta que aún a veces por la calle me reconocen: ‘¡Ay, don David!’. Son tantos recuerdos... Fueron 31 años en esta santa casa”, aseguró ayer uno de los antiguos moradores de las aulas. Aunque no pudieron acudir en persona a la celebración, la antigua maestra Mayte y el antiguo director, Agustín, enviaron unas palabras que leyó el presentador.

El descubrimiento de una placa conmemorativa y una foto de familia sellaron un acto en el que el alcalde prometió, a demandas petición de la ANPA, conversar con la Xunta para cuidar el colegio y que viva “otros 50 años”.

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