Una cooperativa de ganado pionera lanza un SOS ahogada por falta de financiación

Agrigga, que compró la industria J. Taboada, en Sada, advierte a la Xunta de que su situación es “límite” y que se verá abocada al cierre si no se revisan las condiciones de financiación

Integrantes de la cooperativa, durante una visita a una explotación de Irlanda, en 2018.  | // LA OPINIÓN

Integrantes de la cooperativa, durante una visita a una explotación de Irlanda, en 2018. | // LA OPINIÓN / Antares Pérez

El sueño colectivo que en 2016 impulsó a cuarenta ganaderos a constituir la primera organización de productores del sector en Galicia se desmorona. Ocho años después de su nacimiento entre parabienes de la Xunta, la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Galicia, Agrigga, con sede en Culleredo, lanza un SOS desesperado al Gobierno gallego.

La situación, advierte, es “límite” y si no se encauza en este mes les obligará a presentar un concurso de acreedores y a poner un doloroso punto final a un proyecto con el que aspiraban a profesionalizar el sector, concentrar la oferta y negociar en conjunto para mejorar la rentabilidad de las explotaciones.

La necesidad extra de financiación asciende a 1,5  millones y varios asociados han solicitado la baja ante la pérdida de confianza en el proyecto. ¿Cómo se llegó a este punto? Su presidente, Francisco Manuel Penabad Pita, lo resume con la parábola de la bola de nieve. Nada hacía prever esto en 2016 , dice. El viento soplaba entonces a favor y “todo era colaboración” por parte de la Xunta. En 2019 facturaron 3,6 millones y alcanzaron casi los doscientos socios.

“Es la línea en la que hay que trabajar”, celebraba la Xunta, que expresó públicamente su apoyo a la primera operación de calado de Agrigga, la compra de un matadero para cerrar su ciclo productivo y comercializar la carne directamente. La industria cárnica escogido fue J. Taboada, en Sada, que se encontraba en concurso de acreedores y presentaba las condiciones óptimas por tamaño, precio y ubicación.

La asociación llegó a un acuerdo de compra y aportó 377.000 euros, consciente de que era solo el punto de partida y que sería precisa más financiación para poner al día el matadero y conseguir las certificaciones de seguridad alimentaria y de bienestar animal necesarias para poder competir en el mercado internacionalizar la comercialización del ganado. Solo 15 días después de la compra se decretó el estado de alarma por la pandemia.

La cooperativa presentó su plan de negocio a la sociedad pública de garantía recíproca XesGalicia (dependiente de la Consellería de Economía) y a tres entidades financieras. Las reuniones entre las consellerías de Medio Rural, Economía y XesGalicia se sucedieron sin cerrar acuerdos durante dos años en los que Agrigga capeó el temporal como pudo. Pese a las dificultades, logró cerrar 2020 encauzar la situación y suscribir contratos clientes nacionales y extranjeros. Otros que habían manifestado su interés se quedaron por el camino, a la espera de unas certificaciones y reformas en el proceso productivo que Agrigga no podía acometer sin financiamiento.

La demora en la consecución de los préstamos tuvo el efecto dominó. A las pérdidas de clientes y la baja de socios cansados de no recibir los ingresos por su ganado se sumó un incremento en los costes de electricidad y combustible : “Nos dejaron don años acumulando una bola de nieve diciéndonos que no nos preocupásemos”, lamenta Penabad Pita, que cifra en más de dos millones las aportaciones realizadas por la cooperativa.

A mediados de 2023, Agrigga rebajó sus demandas y alcanzó un principio de acuerdo para la financiación por 1.693.000 euros con XesGalicia, que portaba 785.000 euros sin garantías, y tres entidades bancarias, que aportaban en total 908.000 euros pero con una pignoración de 300.000 euros, avales mancomunados de 248.000 y garantías hipotecarias sobre el inmueble, instalaciones y maquinaria.

La cooperativa advierte de que la demora en la obtención de la financiación, la rebaja y los requisitos de la misma obligó a aplazar nuevamente su plan de negocio con la consiguiente pérdida de confianza de los asociados y la imposibilidad de suscribir nuevos contratos.

A las problemas de la cooperativa se suman los internos de la industria cárnica, asfixiado por un procedimiento concursal que ha derivado en un conflicto con los trabajadores, que han comenzado a presentar demandas en los juzgados.

La cooperativa ha solicitado a la Xunta y las entidades bancarias una reunión urgente para “buscar la mejor solución para la buena marcha del proyecto”. La situación, advierte, es “límite”. Entre otras medidas, pide poder disponer a la “mayor brevedad posible” de las cantidades pignoradas para poder realizar el último pago del convenio concursal y pagar el 50% restante a los ganaderos, entre otras necesidades inaplazables.

Una apuesta por el campo

La cooperativa estima una necesidad extra de financiación de 1,5 millones (que incluiría las cantidades pignoradas del préstamo que pide desbloquear para hacer frente a necesidades inaplazables). Ese balón de oxígeno tendría su recompensa, defiende su presidente, que sostiene que una revisión de las condiciones de los créditos les permitirían retomar las operaciones de venta intracomunitarias que quedaron paradas por falta de las inversiones precisas y cerrar acuerdos de comercialización con varias cadenas. La salida anticipada del concurso de acreedores le abriría además las puertas a ayudas directas y a las dirigidas a las organizaciones de productores agrarios y les permitiría recuperar paulatinamente la confianza de los asociados que abandonaron el proyecto.

Sus peticiones han encontrado especial acogida en la Dirección Xeral de Gandaría, Agricultura e Industrias Alimentarias, que trasladó al resto de las partes implicadas en las negociaciones su total apoyo a esta iniciativa y defendió la importancia de velar porque se consolide un proyecto que permitiría a los productores gallegos cerrar la cadena de producción y recibir unos mejores precios por su ganado.

Suscríbete para seguir leyendo