El hombre hallado muerto en Perillo “se encerró en sí mismo” tras morir su esposa

El resultado de la autopsia indicará las causas de la muerte del hombre de 68 años, oleirense que vivía en Betanzos pero que había dejado su casa para residir en los apartamentos

Funeraria y Guardia Civil en la entrada de los apartamentos, ayer en Perillo. |   // M.V.

Funeraria y Guardia Civil en la entrada de los apartamentos, ayer en Perillo. | // M.V. / M. Villar

“Cortó relación con todo el mundo, el único que hablaba algo con él soy yo. Se encerró en sí mismo. Se quedó parado desde la muerte de mi madre”, explicó ayer uno de los hijos del hombre de 68 años que apareció muerto en uno de los apartamentos de Perillo. Está en marcha una investigación y se le practicará la autopsia para determinar si fue una muerte natural o si decidió quitarse la vida.

El responsable de los apartamentos Beatriz fue quien a primera hora de la mañana de ayer decidió utilizar la llave maestra para entrar en su habitación debido a que hacía más de una semana que nadie lo veía.

“Fue por lo de la lavandería, les extrañó que no fuese y decidieron abrir y lo encontraron muerto”, explicó el hijo del fallecido, que reside y trabaja en la hostelería en Cambre.

“Hablé con él el pasado martes, aún estuvimos desayunando en O Temple”, agregó el joven, que acudió a los apartamentos tras recibir el aviso. Al lugar acudieron también dos patrullas de la Guardia Civil y el vehículo de la funeraria, que retiró el cadáver después del levantamiento dictado por la jueza.

El fallecido residía en uno de los apartamentos, en la tercera planta, desde hacía poco tiempo. Se había trasladado al hospedaje oleirense a pesar de que tenía una vivienda en Betanzos. Sin embargo, era natural de Oleiros, donde vivió con su familia.

“Hace unos diez días que no lo veían”, señaló un residente. La esposa de este hombre falleció hace tres años y su muerte le afectó de tal forma que quiso apartarse del resto de la familia; tenía ocho hijos.

Este hombre incluso vivió un tiempo en la calle. Los hijos lo llevaban para su casa pero volvía a marcharse de ella. Prefería estar solo y mantenerse alejado de las personas que le conocían y a las que conocía.

Ahora este oleirense había decidido vivir en los conocidos apartamentos de Perillo —en la avenida Rosalía de Castro— desde hacía unos meses, pero donde apenas se relacionaba con nadie, tampoco el resto de inquilinos del bloque, y mantenía una vida muy discreta.

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