Voces para aprender de emociones en Culleredo

Unos 170 alumnos de entre 3 y 10 años del colegio Isaac Díaz Pardo actuarán los días 15 y 29 de este mes en Servizos Múltiples dentro del proyecto ‘Coro das Emocións’

Regueiro trabaja canciones y emociones con un grupo de niños del Díaz pardo.

Regueiro trabaja canciones y emociones con un grupo de niños del Díaz pardo. / L. O. C.

Aprender a identificar y comunicar sus emociones al cantar en grupo, trabajar unidos por un mismo fin, comunicarse con respeto y expresar a través de la voz y el cuerpo lo que sienten al escuchar ciertas músicas son algunos de los aprendizajes del Coro das Emocións, proyecto de la Fundación Botín que desarrolla en niños de 3 a 10 años en colegio Isaac Díaz Pardo de Culleredo. Los 96 escolares de 2º, 3º y 4º de Primaria, con una agrupación vocal por curso, actuarán el próximo lunes, día 15, en el Edificio de Servizos Múltiples de O Burgo para las familias. En el mismo recinto, los más pequeños, cerca de 80 niños de Infantil y 1º de Primaria, cantarán, también agrupados por cursos, el próximo día 29 de este mes. El padre de una alumna que toca el clarinete, la cantante y pianista Carmen Rey y el baterista Bruno Couceiro acompañarán a los pequeños.

Uno de los grupos del proyecto ‘Coro das Emocións’, del Isaac Díaz Pardo, durante un ensayo.  | // LA OPINIÓN

Uno de los grupos del proyecto ‘Coro das Emocións’, del Isaac Díaz Pardo, durante un ensayo. / L. O. C.

“Buscamos que, de manera lúdica, les guste la música y fomentar el desarrollo emocional. Que entre ellos trabajen en conjunto, fomentar el desarrollo social y la creatividad”, explica la maestra especialista de Música y encargada de la actividad en el colegio, Cristina Regueiro, cantante y compositora. “Conseguimos que, aunque todos son diferentes, trabajen juntos por un mismo objetivo y adquieran sensación de grupo, que reflexionen sobre lo que sienten. No se busca la perfección técnica, aunque vamos trabajando y mejorando cosas poco a poco, sino la expresión de emociones; que se sientan bien, adquieran algo de autocontrol, que interactúen y que aprendan a trabajar en equipo hablándose de manera correcta y respetándose unos a otros”, cuenta Regueiro.

Para trabajar las emociones con los niños, explica la maestra, se ponen en círculo, se pregunta si algún niño quiere compartir cómo se ha sentido cantando o comentar algo a sus compañeros. “Normalmente salen cosas muy positivas: o que se lo pasan my bien, o que les gusta mucho oír como suenan entre ellos... Y alguna vez sale alguna cosa que no gusta tanto, como que a algún niño le hubiera gustado que un compañero hubiera tenido otro comportamiento y, de manera respetuosa, se dicen lo que piensan y creo que funciona”, apunta Regueiro. Después, suelen poner una música para que los escolares expresen con el cuerpo e intenten transmitir lo que les va sugiriendo el sonido. “Y eso también se busca en el coro”, señala. “Hay movimientos marcados, pero otras veces se les pide que piensen qué emoción están transmitiendo en la canción y que procuren expresarla a través del cuerpo”, detalla.

La evolución y apertura que se logra con los niños más tímidos es uno de los objetivos más visibles del proyecto. “Si los ves en el escenario, no notas la diferencia; se sienten en un espacio seguro. Y al final muchos de los niños tímidos son los que se presentan, no solo para cantar en la actuación, que es algo voluntario, sino para papeles que suponen una mayor exposición, como presentar la actuación o recibir a los asistentes en el auditorio”, cuenta Regueiro. La participación en los conciertos es voluntaria y, de los 40 o 45 escolares de cada curso, solo un par renuncian a sumarse al coro.

Suscríbete para seguir leyendo