Entrevista | Otilia Pérez Gerente de Panadería Agustín Fernández

Adiós al roscón de Lañas: “Por un lado, me da pena, pero por otro, me jubilo y también tengo ganas de descansar”

“Este trabajo no te permite días libres, tienes que estar en la panadería de día y de noche”

La gerente de panadería Agustín Fernández, Otilia Pérez.

La gerente de panadería Agustín Fernández, Otilia Pérez. / IAGO LÓPEZ

Daniel Abelenda Lado

Daniel Abelenda Lado

Lañas celebra hoy, domingo, su decimonovena fiesta del roscón. Y lo hace con unos dulces que saben a despedida. Esta es la última edición en la que participa la panadería Agustín Fernández, la única de la parroquia que se mantenía abierta. Su gerente actual, Otilia Pérez, cerrará el negocio familiar el próximo día 30 de abril por jubilación después de décadas de encandilar con sus productos los paladares de clientes que acudían allí de toda la comarca expresamente para comprar algún pan, bizcocho o la famosa rosca. Sin nadie que tome el relevo, Lañas degusta hoy el último roscón elaborado en este establecimiento, que afronta sus últimas semanas con el horno a rebosar de encargos y el mostrador, hasta arriba de muestras de cariño de la clientela de toda la vida.

¿Cuánto tiempo lleva abierta la panadería?

Abrió hace 60 años. Estaba mi suegro en un principio. Luego pasó a su hijo, mi marido. Y ahora teníamos a dos hijas con nosotros. La pequeña quería quedarse, pero la otra, que es la que cuece de noche, no quiere continuar. Yo no digo nada porque es un trabajo bastante preso. Son mayores, no las puedes obligar. Tiene que salir de ellas.

¿Cómo recuerda todos estos años en el obrador?

Ahora no se trabaja como antes, pero es muy preso. Vienen los festivos y las fiestas, que normalmente son los fines de semana, en verano quieren ir a la playa a pasear... Este trabajo no te permite días libres, tienes que estar en la panadería de día y de noche.

¿Cómo lo han recibido los clientes la noticia del cierre?

A algunos les da pena, otros dicen que hago bien jubilándome para disfrutar. Hay opiniones de todas las formas. Unos te dicen “qué bien” y otros “quedamos sin panadero”, pero es complicado coger a gente. Con cualquier cosa cogen una baja y no tienes quien cueza. Antes se levantaba mi marido a cocer, pero tiene sus años y está cansado. Así, nos toca cerrar, qué le vamos a hacer. Los negocios pequeños y familiares cierran con el tiempo.

Consiguieron aguantar hasta la fiesta del roscón. ¿Es como una despedida?

Hasta el 30 de abril vamos a seguir. Este año iremos a la fiesta y la seguirán haciendo igual, pero después ya no será lo mismo porque empezaron a hacerla por la fama del roscón que tenía la panadería. Cuando empezamos también estaba la panadería de Moncho, que ya cerró hace años, que también lo hacía muy rico. Él tampoco tuvo a nadie que se quedase con la panadería, sus hijas nunca trabajaron en ella. En Lañas ya no quedan más. Qué le vamos a hacer.

¿Qué siente?

Por un lado, me da pena, pero por otro, me jubilo y también tengo ganas de descansar. Por ese motivo no sigo.

¿Y nostalgia?

Claro, pero es lo que hay. Si los hijos no quieren seguir, no hay nada que hacerle.

¿Aprovechará el horno de piedra para la casa?

Eso no lo podemos hacer. Nuestro horno de piedra es muy grande. En el momento que dejemos de trabajarlo y no se enciende en una semana, luego para que coja la temperatura quema medio camión de leña. Si se deja dos o tres días sin fuego, ya se nota. Yo lo siento porque nosotros asábamos aquí carne, jamones, lacones, pollos, patatas, empanadas... Nuestro horno de piedra lo hace todo muy rico, como con otro sabor. Panes como el nuestro hay 50.000, pero el nuestro tiene un sabor distinto, más rico, por cocer sobre la piedra. La rosca y el bizcocho también nos sale muy bien.

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¿Pensó en vender el negocio?

No, ni en vender, ni en tirar el horno. Está todo en un mismo cierre con nuestras casas, tampoco lo alquilamos. Vino alguien diciendo que buscaba un horno de piedra para cocer, pero le dijimos que no lo vamos a alquilar. Esto se cierra y se acabó.

¿Aumentó la clientela habitual en estos días a raíz del cierre?

Un montón. Ya me han llamado para encargarme rosca y bizcocho para el fin de semana. Bajé a Arteixo y otro día y la gente ya me preguntó cuándo cerramos y me dijo que antes vendrían a comprar una rosca. Aunque ahora tampoco se vendía tantísimo. En las fiestas sí. Para nosotros era suficiente porque somos una panadería familiar y nos bastaba. Pero pienso que estos fines de semana va a subir la demanda. Para la fiesta del roscón llevo más rosca que el año pasado porque no va Confitería Mari este año. Con esto ya tenemos bastante encargo. Luego, para el siguiente fin de semana también tendremos. La gente que ha venido esta semana ya se lo hemos dicho y van encargando. Una clienta me dijo “te voy a encargar cuatro o cinco para el congelador”. La gente en estos últimos días va a comprar mucho.

¿Resulta bonito ver que tienen en tan alta estima su producto?

Sí. Una señora de Vilarrodís que nos coge siempre el pan desde hace 40 años le decía a mi hija, Cristina, que no durmió nada de noche pensando que íbamos a cerrar la panadería y que no iba a encontrar un pan como el nuestro. Cristina quedaba con la panadería, pero sin su hermana, ella sola no se atreve porque no hay gente para trabajar en esto.