Es un mal momento. Una mala hora para el sector pesquero español y, en particular, el gallego. Una mala hora, también, para la superministra Elena Espinosa que, previsiblemente, va a recibir todos los reproches y todas las culpas de cuestiones en las que ella poco o nada tiene de responsabilidad porque los hereda o los recibe sin que la cuna de aquellas no está, precisamente, en España o, por centrarnos, Galicia. Sin embargo, es de esta comunidad autónoma de donde le van a llegar los principales problemas.

La asamblea de armadores celebrada en Burela el pasado domingo es sintomática, a pesar de que hay quien considera que está orquestada por aquellos que, en su momento, pusieron el freno y posteriormente dieron marcha atrás en la convocatoria de movilizaciones contra la actitud irresolutiva del Gobierno en relación con la crisis del sector, generada esta por el constante incremento de los precios del gasóleo. A aquella asamblea le sucede la celebrada el martes por los socios de la entidad Espaderos Guardeses que, integrada en la Feope, forma parte también de Cepesca. Pero los palangreros de

A Guarda están cansados de luchar contra la pesca ilegal, las cotizaciones de sus capturas y los precios del carburante, y miran de reojo a Cepesca y han acordado sumarse a la reunión-asamblea que el próximo sábado tendrá lugar nuevamente en Burela para constituir una asociación de pequeños y medianos empresarios de pesca y, en lo posible, "desmarcarse" de Cepesca, patronal que ahora retoma su "aviso" de movilizaciones porque ya poco puede esperar de soluciones venidas del superministerio de Elena Espinosa.

El paso dado por Espaderos Guardeses puede ir, incluso, más allá de lo que es su alineamiento con las posturas reivindicativas de los armadores, expresadas en la asamblea del domingo pasado en el puerto burelense, y su desgajamiento de Cepesca. En el horizonte hay demasiadas tormentas y quieren que el cielo vuelva a ser claro y limpio. Las campañas experimentales de pesca y su adjudicación a determinados buques y armadores levantan sarpullidos y protestas que se unen a las generadas en los postes de suministro de combustible en los puertos.

Es, indudablemente, una mala hora. Posiblemente, la peor crisis para la flota pesquera española en cualquiera de sus modalidades. Podría decirse que es, per se, "la crisis", si se compara con otras que sí condujeron a las movilizaciones, los bloqueos de puertos y la paralización de la actividad pesquera por el amarre de buques. En la pesca no sólo hay "desaceleración": hay cabreo y dolores de cabeza.

¿Tendrá el remedio el ministerio tridimensional de Elena Espinosa?