El primer menú que el capitán Nemo ofrece a su invitado-prisionero Pierre Aronnax en el libro de Julio Verne 20.000 leguas de viaje submarino, incluía el pepino de mar, que presentaba como "una conserva de holoturias que un malayo declararía sin rival en el mundo". Y es que, aseguran los impulsores del proyecto Hologal -liderado por armadores gallegos con varios socios para, precisamente, dar valor a este recurso marino- "Julio Verne no se equivocaba ya que hoy las holoturias son consideradas un manjar en la comida asiática y también en la española". En concreto, el pepino de mar, holoturia, cohombro o espardeña, es una especie muy apreciada en la cocina de Cataluña y parte del Levante español e incluso ha sido incorporada en sus recetas por "primeros espadas" de la cocina española y mundial como Juan Mari Arzak, Ferrán Adriá o Sergi Arola.

En el ámbito médico, además, algunos estudios atribuyen al pepino de mar efectos anticoagulantes, antihipertensivos, antioxidantes, antiparasitarios (malaria), antimicrobianos e incluso anticancerígenos. "Es como el aloe vera del mar", resume uno de los portavoces del proyecto que impulsa el estudio de valorización de este recurso ahora desaprovechado.

El pepino de mar es un invertebrado vermiforme muy abundante tanto en el litoral gallego como, especialmente, en aguas de Gran Sol, sobre todo en el área más al norte, donde la flota gallega captura cigala, aunque también aparece en gran cantidad asociado a la pesca de gallo, en el área más al sur del caladero comunitario.

La ausencia de valor comercial de la especie para la flota gallega deriva en su descarte, con la excepción de un par de empresas gallegas armadoras de Gran Sol. Ambas compañías congelan los pepinos de mar a bordo y le buscan mercado en Asia, donde las especies más valoradas pueden alcanzar los 150 euros por kilo, detallan fuentes del sector, y atribuyen a una de esas armadoras la iniciativa de estudiar las posibilidades de valorizar una especie que carece de cuota pesquera.

Liderado por armadores gallegos, que se encargarán del desarrollo del proyecto en su parte extractiva, el proyecto Hologal tiene como socios a Talleres Josmar, encargado de desarrollar el equipamiento para la transformación a bordo, GMA Acuicultura, que investigará la posibilidad del cultivo y la cría, la coruñesa Portomuíños, que desarrollará elaborados gastronómicos a base de holoturias, y Ebiotec, el laboratorio responsable del desarrollo de productos medicinales con componentes de este recurso.

El proyecto cuenta además con la colaboración técnica de la patronal conservera Anfaco Cecopesca, la empresa armadora Walvisfish, el Instituto Español de Oceanografía (IEO) y el Centro de Investigaciones Biomédicas en Red (Ciber). El proyecto Hologal, comenzó en 2013 y concluye este año. Está financiado por el CDTI (Centro para el Desarrollo Tecnológico e Industrial) a través del Programa Feder Interconnecta II que incluye todos los procesos, desde extracción, a conservación, elaboración, comercialización, cultivo y creación de productos medicinales.

"Se busca una mayor rentabilidad a la pesquerías, una nueva vía de negocio y, además de la salida a otros mercados de las especies de mayor valor, ver si es posible introducir el recurso aquí y abrir otra vía de negocio", concluye uno de los integrantes del grupo investigador.