La sardina ibérica cabalga de nuevo las olas del mar de las ONG. Estas organizaciones no gubernamentales consideran que los informes del ICES para que en 2018 se paralice la pesquería son el único camino a seguir si se quiere que la misma especie llegue a la sostenibilidad necesaria y que el sector pesquero que vive de ella (no exclusivamente) pueda tener futuro. Incluso no parecen conformes con los planteamientos de los Gobiernos de España y Portugal para activar un acuerdo que permita, el año próximo, capturar alrededor de 15.000 toneladas que, dicho sea de paso, de muy poco pueden servir a un sector ávido de soluciones a sus problemas de falta de cuota en prácticamente todas las pesquerías que tienen como objetivo y que se centran de forma casi exclusiva en, además de la sardina, el jurel, la anchoa y la caballa. Si una de estas especies falla, la economía se resiente y, con esta, el empleo.

Las ONG no viven de la pesca aunque hagan causa de ella. Y defienden a machamartillo los postulados del ICES, organismo al que conceden más crédito que nunca para mantener la equidistancia con los pescadores y los acuerdos bilaterales entre dos países vecinos como son España y Portugal.

Tras lo dicho sobre la escasa fiabilidad que para el sector pesquero tiene el informe del ICES sobre el estado del stock de la sardina ibérica, lo mismo hay que señalar respecto del criterio que exhiben las ONG, entidades estas que tampoco consideran prudentes las posturas de los profesionales de la pesca y sus datos relativos a la reserva de sardinas. Y, sin embargo, es el propio sector el que demanda de organismos y entidades como los señalados que atiendan sus explicaciones porque ellos, los marineros, son los que diariamente constatan las evoluciones de los distintos stocks. Y dicen, como en su día habían dicho de la merluza, que hay sardina y en abundancia. Mucha más de la que el ICES apunta, y a pesar de que las ONG no los culpan exclusivamente del mal momento por el que pasa la sardina a criterio de esas entidades no gubernamentales.

La equidistancia no gusta al sector, que quiere que sus representantes debatan en los foros adecuados sobre algo que tanto les afecta y que son las medidas a adoptar para conservar esa deseada sostenibilidad sin que esto signifique dejar de pescar.