Va a lo suyo, a lo que le exime de otras responsabilidades.

No es la primera vez que lo hace. Argentina ni siquiera permite el ejercicio de la duda. De siempre ejerce como ama y señora de un mar que quiere aherrojar sin ni siquiera tener en cuenta el derecho de libre navegación que, a juicio de los armadores del barco marinense Playa Pesmar Uno, es lo que éste hacía: navegar, no pescar. Lo ratifican los tripulantes y lo niegan los guardacostas argentinos. ¿De qué, sino? Y más de 320 toneladas de pescado en el frigorífico, según los patrulleros. Ahora, el temor a la sanción y decomiso por pesca ilegal, una milla dentro de aguas de la Zona Económica Exclusiva argentina, frente a Comodoro Ribadavia y sin realizar las comprobaciones pertinentes en relación a qué enfilaciones entre puntas se toman como referencias para sentenciar que el buque incumplía la norma.

Todo está en manos de los abogados. Argentina dice luchar por sus intereses y recurre a todo. La ciudadanía se moviliza, culpando a los gallegos de Galicia de cualquier cosa fallida en su historia desde los tiempos de los patagones. Malos los gallegos, caca. Sobre todo, porque los barcos de Galicia también pescan con licencia británica en aguas de las islas Malvinas, irrenunciables para el común de los argentinos que sigue ramoneando en la tierra perdida dolorosamente por una guerra que abrió heridas aún por cerrar con el Reino Unido.

Dicen que ya son 75 los barcos de varias banderas apresados por idéntico motivo para sentenciar, de entrada y sin defensa hasta que se vea la causa, contra el barco, los armadores y 34 tripulantes del Playa Pesmar Uno. Primero los condenan y después ya se demostrará quién tiene la razón.

Los armadores cerraron el grifo informativo. Intuyen que cualquier cosa que se diga o escriba en los medios de comunicación españoles irá en perjuicio del barco y sus tripulantes. Ciudadanos australes piden un escarmiento, cárcel para el capitán, duras sanciones económicas al armador y la incautación de la pesca y del pesquero (moderno y muy bien cuidado). Y, se imagina uno, en el futuro puede pasar a formar parte de la flota argentina, previa subasta al mejor postor.

Uno no sabe quién tiene la razón. Es mucha la prisa y sin razonamientos la que exhiben las autoridades pesqueras de Argentina.

La UE calla. No sé si otorga.