Una vez superado el episodio tóxico provocado por el afloramiento de primavera, y cuando la campaña de industria se había lanzado hasta niveles más que aceptables, a pesar de que el mejillón aún está en proceso de engorde, el nivel de fitoplancton portador de biotoxinas marinas ha vuelto a incrementarse significativamente en las rías gallegas, provocando el cierre del 75% de los polígonos bateeiros. La gran cantidad de agua dulce acumulada después de tantas semanas de lluvia y el aumento de la temperatura -también la del agua-, constituyen el caldo de cultivo idóneo para propiciar ese aumento de células tóxicas que llevó a la prohibición temporal de la extracción.

El sector mejillonero gallego entraba de lleno en la campaña de la industria tras detectarse un considerable aumento de pedidos por parte de cocederos y conserveras, que se animaron al constatar que el rendimiento en vianda había aumentado. Después de que los cinco primeros meses del año se centraran en las ventas para el mercado de fresco (depuradoras), era el momento de centrarse en el sector industrial, que durante el arranque de temporada parecía mostrar especial predilección por el molusco de tamaño pequeño.