La Unión Europea vigila de cerca la sobrepesca en el Atlántico Noroeste debido a que afecta en este momento a más del 40% de las poblaciones de peces evaluadas en la zona. La reducción de los niveles de pesca parece ser la decisión más lógica a tomar en los próximos meses, de manera especial por los países del sur de Europa (en mayor medida España), si es que la Comunidad Europea quiere cumplir su propia normativa, por la importante brecha existente en los niveles de pesca establecidos y lo que la comunidad científica recomienda.

El plan plurianual para las poblaciones de peces demersales en aguas del occidente de la UE (donde comparten sus actividades pesqueras las flotas de España, Portugal y Francia) conduce, al parecer de forma irreversible, a la exigencia por parte de Bruselas del cumplimiento del tan manido Rendimiento Máximo Sostenible (RMS) a partir del año 2020.

Esos planes plurianuales o sistemas de gestión, como el que actualmente está establecido en el Atlántico Noroeste, pretenden maximizar las prácticas pesqueras sostenibles tal y como se contempla en la Política Pesquera Común (PPC) camino de lograr la adopción de medidas de conservación basadas en las recomendaciones científicas que buscan mantener o restablecer las poblaciones de peces a niveles sostenibles como mínimo en el citado año 2020.

Un triunvirato: el Parlamento Europeo, la Comisión Europea y el Consejo de Ministros son los responsables de la negociación del futuro plan de gestión de especies del Atlántico Noroeste. Entre otras, la merluza, el rape, el bacalao o el lenguado, de tanto interés comercial para España. Ese plan se basará en un texto que ha de estar necesariamente en la línea de la PPC, ya que ha de garantizar la sostenibilidad de la pesca, única manera, a su vez, de garantizar unas pesquerías rentables a largo plazo tanto para el medio ambiente como para la industria pesquera, algo verdaderamente difícil de lograr.

Para la UE y las organizaciones medioambientalistas el año 2020 es incuestionable: será cuando se ponga fin a la sobrepesca, si bien lo aprobado por los eurodiputados parece dar la posibilidad de pescar por encima del RMS recomendado científicamente. Pero tales límites no se han fijado oficialmente y queda por determinar si satisfarán o no a los ecologistas. De ser positivos para estos, cabe pensar que los pescadores perderán parte -no sé en qué medida- de su capacidad pesquera. Es obvio, sin embargo, que la conservación de una pesca sostenible marca unas líneas rojas en la pesca responsable que nadie puede atravesar. Y en el sector no todos están dispuestos a respetarlas por cuanto pueden significar el final de la pesca industrial.