La pesca, que genera más del 2% del Producto Interior Bruto (PIB) de Galicia, constituye uno de los sectores estratégicos de la comunidad gallega. La ocupación pesquera da trabajo directo e indirecto a más de 100.000 personas -según datos del Gobierno gallego-, pero tiene un desafío a corto y medio plazo todavía más importante que la negociación de las capturas o la transformación tecnológica. Se trata de la propia sostenibilidad de la flota por la escasez de capital humano, es decir, por la falta del llamado relevo generacional.

Sociológicamente, la pesca debe afrontar los primeros jubilados del denominado baby boom, la generación que se gestó en España a raíz del desarrollismo franquista durante la década de los 60. La falta de tripulantes se une a la reconversión de una flota que ha perdido 500 barcos por año en la comunidad durante el último decenio.

Las escuelas de formación náutico-pesqueras, como las de Vigo, Ferrol, O Burgo (A Coruña), o Ribeira, entre otras de titulaciones menores, confirman con su alto número de alumnos matriculados -más de 400- la posibilidad de un relevo generacional que los armadores no acaban de ver.

Según los testimonios consultados por este diario, estos aducen que los jóvenes actuales no están dispuestos a afrontar las duras condiciones que exige el mar, caso de algunos caladeros en los que llegan a estar medio año enrolados. O también que prefieren dedicarse a sectores "más amables", como el de las embarcaciones recreativas.

En el lado opuesto se encuentra Aetinape. Esta, como organización profesional de titulados náutico-pesqueros, se ha erigido en la entidad que reivindica de forma más contundente la contratación de tripulantes españoles, "sin que ello suponga en modo alguno el rechazo a los extranjeros; pero siempre que se produzca en igualdad de condiciones".

Por preparación, por conocimiento, los marineros gallegos son aceptados a bordo de las distintas embarcaciones de bajura, altura o gran altura de buen grado, pero su contratación, según esta organización, depende en gran medida de su exigencia salarial, vacacional o de descanso diario, algo que no siempre el armador admite.

A su juicio, este es uno de los motivos que propician el enrole de tripulantes de otros países, caboverdianos, peruanos, marroquíes y senegaleses fundamentalmente, cuya contratación significa un desembolso mensual muy inferior a aquel que determina una tripulación española o gallega.

También a la dificultad que entraña que los armadores se den cuenta de la importancia de las prácticas y enrolen a los jóvenes en formación o que acaban de rematar sus estudios.

En este sentido, Aetinape considera que los propietarios de los buques deben invertir más en mejorar las condiciones a bordo, con mareas y relevos más cortos, mejores condiciones laborales y mejores equipos de internet.