El Consejo Consultivo de Política Pesquera para Asuntos Comunitarios ha dejado claro, una vez más, que por mucho que se intente dar forma a una protesta más que justificada, el ser vicarios de Bruselas no permite enseñar la patita por debajo de la puerta „como acontecía en el famoso cuento del lobo y los cabritillos„ no sea que te den un buen palo en la misma y tengas que acudir al médico de turno para que te curen el daño recibido. Y el daño va en consonancia con la pretensión de Galicia „mejor dicho, de la conselleira do Mar, Rosa Quintana„ de que la Unión Europea compense la pérdida de posibilidades de captura de caballa ( xarda) de forma que amortice la sobrepesca de años anteriores. Y todo, porque las posibilidades de pesca, a expensas de una teórica reapertura de la pesquería consecuencia de los errores detectados en las evaluaciones científicas sobre la especie, redujeron considerablemente su capacidad de captura. Es decir: aunque se autorizara tal reapertura, la pesquería ya se ha acabado para los barcos gallegos dado que ya se encuentra lejos de la zona en la que faenan los barcos gallegos. No sería, por tanto, una solución al problema que asfixia a las flotas gallegas, que no saben cómo salir del atolladero en el que les ha metido la evaluación científica „nunca compartida por el sector pesquero„ en la campaña de 2019.

La flexibilización no es sino un parche. Uno más. Válido, supuestamente, para el año 2020; pero que no deja abiertas las puertas para los años siguientes ni asegura que los métodos científicos permitan la supervivencia de una flota que precisa de la caballa para seguir existiendo. Máxime cuando, como es conocido, pesa sobre ella esa espada de Damocles que es la cuota de sardina y que, a lo que se ve, pocas alegrías va a deparar cuando tan cerca estamos ya del momento culminante de su actividad.

Creo que es el momento de, por parte de la Consellería do Mar, plantear cambios en los sistemas de evaluación de las pesquerías. Dar más "cancha" al sector (son los que mejor pueden evaluar los stocks) y contar con él, además de con los investigadores, para aproximarse lo más posible a la realidad del estado de la pesquería. Porque, a las pruebas me remito: mientras los pescadores decían que había xarda para dar y tomar, los científicos mostraban su desánimo respecto a ella. Lo mismo acontece ahora con la sardina. Y de igual modo se manifestaron con la anchoa.

¿Qué es lo que falla, entonces? ¿Acaso los científicos, y con estos los políticos, no se fían de las apreciaciones de los pescadores del caladero Cantábrico Noroeste? ¿Qué es lo que les obliga a desconfiar de sus percepciones? ¿El interés por pescar creen que es lo que subyace en estas cuando los profesionales de la pesca dicen que hay abundancia de tal o cual especie?

Hace tiempo que se habla de involucrar al sector en los estudios de los stocks. Pues ha llegado el momento de hacerlo, tras los errores constatados en las evaluaciones de los científicos.