El buque Sea Watch, de la organización del mismo nombre, se encuentra "donde siempre debería haber estado, en el medio del mar". Su capitana, Carola Rackete ha presentado una querella contra el ministro italiano Salvini, por ponerle en peligro. El director general de la Marina Mercante española, Benito Núñez Quintanilla amenaza a Open Arms con sanciones de hasta 900.000 euros y posibles suspensiones de la tripulación del buque. El Tribunal de Ragusa, en su resolución 1282/2018 de 11 de mayo de 2018, se muestra a favor de la liberación de Open Arms incautado por la Fiscalía. En auto de 2 de julio de 2019, la magistrada Alessandra Vella Agrigento, decreta la libertad para Carola Rackete, capitana del Sea Watch. La Fiscalía rechaza el Decreto de expulsión de Carola Rackete firmado por Matteo Salvini (03/07/2019). En estas tres últimas decisiones, se reconoce que Libia no es un puerto seguro. Por todo ello, la organización de salvamento marítimo ha vuelto a la ruta más mortífera del mundo: la del Mediterráneo central. Ni un bloqueo en el puerto de Barcelona de más de cien días que finalizó únicamente con la autorización de transportar ayuda humanitaria a Grecia, ni las amenazas recibidas por parte de los Gobiernos español e italiano separan a Open Arms de donde consideran que tienen que estar: protegiendo la vida en el mar.

Para ello, seguirán con sus labores de protección por presencia en la ruta marítima más mortífera que existe: la del Mediterráneo, que en lo que va de año 2019 se ha tragado la vida de, al menos, 598 personas que podrían haber sido fácilmente rescatadas si esta hubiera sido la voluntad de los países de la Unión Europea.

¿Qué teme realmente la Unión Europea, sus países miembros, de una acción „la de salvar vidas en la mar„ que está recogida en el Derecho Marítimo Internacional?

No sé si Salvini en Italia y Quintanilla en España estarán satisfechos con sus decisiones contra Open Arms. Desde luego, el mundo de la mar, no.