La Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca (Anmupesca) nació en 2016 para dar visibilidad a las mujeres en el sector. En sus inicios contaba con 12 entidades y actualmente son 35 de Galicia, Asturias, Cantabria, Andalucía y la Comunidad Valenciana, por lo que aproximadamente hay asociadas más de 15.000 personas. Rita Míguez preside la asociación desde su creación y señala que en este tiempo "nos hemos dado a conocer". También recalca la necesidad de hacer estudios en los que se refleje la verdadera posición de la mujer en la pesca para conocer su aportación al sector.

La Asociación Nacional de Mujeres de la Pesca cumple en 2020 cuatro años, ¿qué balance hace de este tiempo?

Muy positivo. Han sido unos años en los que nos hemos dado a conocer a la sociedad como un conjunto y hoy todo el mundo identifica a las mujeres del sector pesquero con Anmupesca. También ha crecido como representante de los intereses y problemas que tienen las mujeres que trabajan en la pesca. Todas formamos parte del proceso productivo de este sector y nos unen los problemas en común.

¿Cuáles son los problemas a los que se enfrentan?

Lo primero es la falta de visibilidad, a lo que se une la falta de presencia dentro de los órganos de toma de decisiones. También están presentes las enfermedades profesionales o los coeficientes reductores. Seguiría con un sinfín de ellos.

Menciona la falta de visibilidad, ¿en estos años se hicieron avances en este sentido?

Sí, la verdad es que poco a poco lo estamos consiguiendo. Anmupesca se está convirtiendo en un referente en el sector pesquero desde la perspectiva de la igualdad. Hoy se nos escucha con respeto y sabiendo que somos parte esencial del sector productivo. Pero sigo diciendo que falta mucho por hacer y tenemos que seguir trabajando en esa línea.

¿Visibilizan el trabajo de cada subsector o es algo generalizado?

Todas tenemos que avanzar en la presencia en órganos y tomas de decisiones. Nuestras socias nos lo piden cada día, se sienten con falta de información sobre cuestiones que les afectan directamente, como el aumento anual que hay en las cuotas de la seguridad social; sus derechos a bajas por enfermedades profesionales que no se nos reconocen ni a mariscadoras, rederas ni pescantinas; la falta de mujeres en las tripulaciones... Faltan estudios que reflejen nuestra verdadera posición en el sector, cuáles son las cifras reales de mujeres que marisquean, que atan redes, que venden pescado, las armadoras, y ver realmente su aportación al sector.

¿Cuáles fueron los avances más importantes que se lograron?

Hemos hecho una labor de crecimiento y visibilización como colectivo y al mismo tiempo hemos ido adelantando nuestros problemas. En octubre nos reunimos con representantes del Ministerio de Trabajo, de Pesca y de Igualdad, algo que refleja que somos escuchadas y que hay preocupación hacia nuestros temas. Ahora llega el tiempo de cristalizar esos avances y convertirlos en mejoras para todas nosotras.

¿Qué objetivos persiguen a medio y largo plazo?

Trabajamos con la vista puesta en cinco cuestiones. Seguir con la revisión de los coeficientes reductores para el colectivo de mariscadoras a pie y de rederas, igualarlo con los de nuestros compañeros y conseguirlo por primera vez para las rederas. Continuamos trabajando por el reconocimiento de las enfermedades profesionales para estos colectivos y también para las pescantinas. La reducción del IVA en los productos del mar es otro punto por el que estamos luchando. Otra de las cuestiones que nos preocupan es la mejora de las instalaciones en las que trabajamos a lo largo de las costas de todo el país y reforzando el asociacionismo como la fórmula para trasladar nuestros problemas y conseguir nuestros objetivos.

Que el colectivo de rederas consiga el coeficiente reductor, ¿le daría un impulso al oficio?

Sin duda. Desde luego sería un aliciente muy importante para el colectivo, que lo viene reclamando desde la época del Prestige. De hecho, es el único colectivo del sector de la pesca que aún no lo tiene y ha dado pasos para conseguirlo. Al principio les pidieron que se asociasen para solicitar sus mejoras sociolaborales, lo han hecho. Luego que se profesionalizasen sacando un carnet profesional para poder ejercer sus profesiones. Y ahora, tras más de 15 años dando todos esos pasos aún no lo han conseguido. Su trabajo es durísimo y en condiciones muchas veces adversas.

En el caso de las mariscadoras, ¿su coeficiente reductor no es parejo al de sus compañeros?

No con los compañeros de marisqueo a flote. Nosotras hacemos todo manualmente. Tenemos que acceder a las zonas de trabajo a pie, tenemos que trabajar metidas en el agua y a un ritmo muy acelerado porque tenemos que ir dos horas antes y dos horas después. Nosotras tenemos un 0,10 en el coeficiente reductor mientras que el de nuestros compañeros es de 0,15, por lo que estamos luchando por igualarlo.

Además de presidir Anmupesca también es mariscadora a pie, ¿cómo es un día de trabajo?

No solo consiste en extraer bivalvos. También tenemos que sembrar, limpiar y vigilar los bancos marisqueros. El horario de trabajo va en función de las mareas. Tenemos que ir dos horas antes de la bajamar y dos horas después, por lo que nuestra jornada en el mar no siempre es la misma. Nos ponemos nuestros trajes de neopreno o bañadores, cogemos nuestras herramientas dependiendo de la marea, nos dirigimos a la zona en la que nos toque mariscar (a veces tenemos que andar un kilómetro por fango, lodo o arena) y una vez allí empezamos la extracción. Una vez extraído el cupo diario vamos a la lonja, pasamos el control de tamaño y peso, clasificamos y dejamos preparada la captura para el momento de la subasta.

¿Cómo afecta un temporal a la actividad marisquera?

Produce grandes daños en los bancos marisqueros. La gran cantidad de agua dulce que llega a las playas produce la mortandad de las especies, primero en el berberecho que está más a la superficie y después en la almeja japónica, babosa, fina... Luego provoca muchos arrastres de lodo y rama que tenemos que limpiar cuando la marea nos lo permita, y si no podemos hacerlo esos bancos quedan castigados y mueren los ejemplares y las semillas que hay debajo. Y por supuesto están los daños económicos. No podemos salir a faenar por el mal tiempo, y las veces en que sí salimos y nos pilla el mal tiempo, las consecuencias para nuestra salud son impredecibles.