La delegación nacional en Tokio amaneció con un tranquilizador análisis servido por Televisión Española: hasta este sábado, se mantenía en los Juegos del Japón el mismo ritmo de medallas que en anteriores ediciones olímpicas. Eran tres (Cerezo, Maialen y Valero), las mismas que en la primera semana de Londres, Atenas, Sidney o Pekín. Un alivio, pues. Pero el verdadero bálsamo llegó a tiros. En el foso y en la prueba mixta, la puntería de Fátima Gálvez y Alberto Fernández enganchó a miles de madrugadores españoles a la televisión y a su cita con 50 platos seguidos, que procuraron romper sin pausa, uno tras otro. Ocurrió en el trap, una de las pruebas más emocionantes del calendario olímpico, de aquellas que alcanzan audiencias casi millonarias cada cuatro años.

Sin que casi nadie lo sospechase, el tiro se convertía en la primera mina de oro para España en estos Juegos. Ni el taekwondo, ni el judo, tampoco la esgrima. Los vaticinios de los quinielistas no dieron en el plato, sí lo hicieron Fátima y Alberto, espléndidos en la semifinal y repletos de fe para remontar en la finalísima por el título contra San Marino.

La pareja española de trap toma el relevo de quienes abrieron el camino al oro en Juegos pretéritos. Por este orden, Isabel Fernández en 2000; Gervasio Deferr en 2004; Samuel Sánchez en 2008; Marina Alabau en 2012 y Mireaia Belmonte hace cinco años. La espera se hizo eterna, pero valió la pena verles emocionados al pie del foso olímpico y superar así la honda decepción que produjo su actuación individual.

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Para entonces, la jornada ya había traído otros estímulos como los triunfos colectivos en waterpolo y hockey, que además garantizan cruces presuntamente asequibles. Para mañana se espera el muy apasionante duelo entre la España de Gasol y la Eslovenia de Doncic, ambas en clara cotización al alza. Y para redondear el éxito en deportes de equipo, faltaba que en Miyagi cumpliera el fútbol, donde hacía falta una reacción de la selección olímpica para mejorar su discreta fase de grupos. Pero en unos Juegos ni siquiera un equipo tan sobrado de talento como el de Pedri, Olmo o Unai Samón está exento de sobresaltos y sufrimiento. 'La Rojita' parecía eliminada cuando un zarpazo en el último suspiro le permitió forzar la prórroga y luego acceder a las semifinales. Apeada la correosa Costa de Marfil, los españoles ya avistan el podio de cerca.

Y como en cualquier cita olímpica, el curso de los acontecimientos reparte etiquetas de héroes y villanos. Entre los primeros figura ya por merecimientos propios un titán asturiano de nombre Pablo, colosal en un duelo memorable contra el número uno mundial. Por sus incomprensibles declaraciones sobre la presión -de algún modo afeando a Biles su retirada- se ganó no pocos enemigos. Medio planeta iba con Carreño. Su bronce es casi dorado. Arrese, Conchita, Viví Ruano, Anabel Medina, Arantxa, Corretja, Costa, Rafa Nadal... y ahora este coloso de Gijón. El tenis nunca falla.