Un noticiario de TV informaba de que son miles los edificios de propiedad pública que actualmente están desocupados, sin ninguna utilidad, muchos abandonados y en una situación lamentable porque el deterioro de los inmuebles es progresivo conforme pasa el tiempo sin el debido mantenimiento. Cuando esto escuché acababa yo de regresar de una visita, una más, a Toledo, y como venía saturado de ver casonas nobles y palacetes rehabilitados, también hay edificios que están en ruinas, por esa proximidad a algo reciente para mí la noticia televisiva atrajo más mi atención. Pienso que una de las cosas buenas que ha aportado el régimen de las autonomías -porque no todo lo autonómico va a ser negativo, como sinónimo de duplicidad y derroche- es que se han preocupado de restaurar y rehabilitar edificios con solera para usarlos. Y en general lo han hecho bastante bien, acorde con el estilo original. Lo he comprobado en Cataluña, Valencia, Castilla-La Mancha, Galicia, etc. Más que incubar edificios que eran una ruina, y lo seguirían siendo de no haber mediado la autonomía ante la necesidad de dotar de local a cualquiera de sus oficinas, o lanzarse a levantar novedades, optaron por la rehabilitación. ¿Y si se sacasen a la oferta privada los inmuebles que la Administración no puede atender? Pienso que, y manteniendo siempre la configuración del inmueble, algunos serían bien recibidos, y ello supondría un alivio, e incluso una financiación extra, para el sector público.