Prácticamente en el plazo de un mes, querida Laila, sabremos a qué atenernos en varios asuntos fundamentales. El primero, en el tiempo y en nuestro espacio, será si Mariano Rajoy se verá fortalecido en sus políticas de mero ajuste y de brutales recortes, que dejarán a tres cuartos de país temblando, sobre todo cuando se aplique la podadora a las pensiones al no actualizarlas o a actualizarlas sin IVA. De apoyar o no a Mariano y sus políticas nos encargaremos los gallegos el día 21.

En realidad es lo único que nos jugamos en estas elecciones. Inmediatamente conoceremos qué van a hacer los vascos y los catalanes. Ellos van a lo suyo, pero lo que decidan va a influirnos a todos o, como dicen ahora, a la marca España. De lo que aquí salga puede muy bien depender la clase de batalla política que ha de darse en los próximos años e incluso nuestra viabilidad como Estado, según reconocen los más conspicuos nacionalistas españoles. Pero además, el segundo martes de noviembre sabremos si vuelven al poder los correligionarios del insigne George Bush o si se mantiene el actual presidente Obama. En el primer caso, en el país más influyente y poderoso del mundo volverán a regir las políticas sujetas a las tesis neoliberales de Stigler y Friedman, que desencadenaron la actual crisis global y que han conseguido que los mercaderes especuladores manden y decidan sobre la política y la vida de los ciudadanos, pasándose por el arco de triunfo su voluntad democrática. También, de suceder esto, saldría Rajoy fortalecido y se irían al carajo los escasos restos que quedan de nuestro débil Estado social. Al mismo tiempo, la ya precaria convivencia mundial y la tremenda crisis de supervivencia que se sufre en gran parte del mundo se verían agravadas por una política belicista y de dominio, favorecedora del estremecedor negocio de las armas. No me cabe duda, querida, que las elecciones americanas del seis de noviembre son las más decisivas e importantes y las que más pueden influir, para bien o para mal, en nuestras vidas concretas, aunque nosotros no podamos participar en ellas. Pasa como en tantas otras cosas, que nos determinan pero que no podemos controlar.

Si te digo la verdad, querida amiga, yo no sé cuál sería el mejor resultado para la mayoría de los españoles en el caso de las elecciones vascas y catalanas, porque pudiera muy bien suceder que el debate de soberanías y autodeterminaciones nos llevara a realizar cambios constitucionales pendientes que mejoraran nuestro propio sistema democrático y nuestro modelo de interdependencia. Claro que esto va a depender mucho de nuestras capacidades políticas y democráticas colectivas para saber dotarnos de representantes y dirigentes con capacidad, probada honestidad y altura de miras, lo que no es fácil, pero tampoco imposible porque hubo tiempos en que sí supimos hacerlo.

Como siempre sucede, amiga mía, cuando se amplía la visión y conocimiento de un problema, pueden suceder dos cosas: o nos aplasta al descubrir su profundidad y envergadura, o nos estimula el reto que se nos plantea porque vemos y soñamos la salida y descubrimos el valor inmenso de nuestro pequeño quehacer inmediato.

No podremos votar en las, también para nosotros, decisivas elecciones americanas; ni siquiera en las más próximas vascas y catalanas, pero lo claro es que en las gallegas podemos escoger aquella dirección en que nos gustaría que fuesen las otras. Este es nuestro quehacer inmediato, que también ha de regirse por los intereses y alternativas que promoveríamos en las otras si pudiésemos participar. Y esto, aunque no lo parezca querida, tiene importancia e influencia política: la que nosotros podemos aportar.

Un beso

Andrés