Hace unos días me ocurrió una anécdota, que paso a relatarles. Necesité una asistencia técnica, para uno de los electrodomésticos de casa. Tecleé en un buscador algo así como "servicio técnico", así como la marca de tal aparato y la palabra "Coruña". Apareció un teléfono, que marqué. Cuando ya había concertado la cita pensé que, quizá, no se trataba del servicio técnico oficial de la marca. Quise comprobarlo llamando al teléfono de contacto de la misma, después de entrar en su página web. Quizá por una confusión, me confirmaron que el teléfono al que había llamado la primera vez sí que era del servicio técnico oficial. Pero, oh, ni la furgoneta que llegó a casa ni el técnico llevaban ningún distintivo de la marca y, preguntado este por ello, resultó que no pertenecía al servicio del fabricante.

¿Por qué les cuento esto? Porque hoy quiero hablarles de la confianza. De la que nos da algo o alguien que ya conocemos o en lo que creemos, y que no está automáticamente presente en aquello con lo que no tenemos una experiencia previa o que no viene avalado de alguna manera? ¿Puedo confiar yo en alguien que monta una web en la que se identifica como mecánico de cohetes que van a la Luna, si no sé que está avalado por quien fabrica dichos cohetes y es el máximo interesado en que estos funcionen? Pues no de forma automática, ni mucho menos. No hay vector alguno que traslada, en ese caso, esa relación de confianza. Quizá con el tiempo, o por algún otro factor externo, pueda confiar en él. Pero estrictamente hablando, en principio no es evidente tal lógica.

Por eso hay que entender la pregunta que le hice yo al referido técnico que vino a casa. "Oiga, ¿y usted sabe arreglar esto?". Se enfadó, y me dijo algo así como "¿Pero se cree que yo soy tonto?". Ni mucho menos, el hombre no lo parecía y seguramente no lo era. Pero faltaba ese aval de confianza. Si a uno le comisiona un determinado fabricante para arreglar esto y aquello, se supone que se traslada parte de la confianza que tenemos en él, y que nos ha llevado a optar por su producto. Si uno no tiene tal aval, ¿quién nos garantiza que lo que nos cuenta el profesional en cuestión no son meros cantos de sirena, que no vienen avalados desde alguna instancia confiable?

Esto que les cuento de la confianza tiene aplicación en todos los ámbitos de la vida. Necesitamos confiar en todo tipo de proveedores, de todo lo que adquirimos, en el sentido más amplio de la palabra. Pero necesitamos confiar también, y establecer relaciones de confianza, con las personas que tenemos cerca, en todos los niveles de relación que nos podamos imaginar. Incluso en las sociedades democráticas el ejercicio del voto es una relación de confianza. Nos fiamos del histórico, del discurso y el comportamiento pasado de la opción elegida o de la confianza previa que tenemos en las personas que componen cada candidatura a cualquier cosa. Y en muchas otras facetas de nuestra existencia también es así. La confianza, su presencia y las nefastas consecuencias de la falta de ella están presentes en todos los rincones, y son una de las piedras angulares sobre las que se asientan las relaciones humanas?

Ya ven, alguien pensó que le llamé incapaz.. En ese caso no fue así. Simplemente, le estaba pidiendo algún elemento de trazabilidad en su relación con la marca, que me permitiese abordar una relación de confianza con él y sus soluciones técnicas?