Opinión
Lo progresista es proteger a los vulnerables
La economía no va tan mal como le gustaría a la oposición. Ni tan bien como intentan hacernos creer los apologetas de la Moncloa. La mayoría de los organismos internacionales han dicho lo mismo: el crecimiento español está amenazado por el frenazo de la locomotora alemana, lo que pone en riesgo el déficit público y la consiguiente deuda a medio y largo plazo, sobre todo, porque una parte del gasto comprometido por Pedro Sánchez es estructural mientras que el nivel elevado de ingresos del Estado es coyuntural. La izquierda ideológica anima al Gobierno a ignorar estas advertencias: hay que gastar lo que sea necesario para que nadie quede atrás por la inflación. Y empuja las políticas Robin Hood para redistribuir la renta sin estimular el crecimiento. Los gurús demoscópicos también recomiendan a Sánchez que gaste advirtiéndole de la necesidad de extender los estímulos fiscales a la clase media para no perder votos hacia Feijóo. Este es el panorama. El populismo puede arrastrar a la política a endeudar al Estado hasta hacerlo inviable.
El remedio lo han dado los ministros del Eurogrupo: las ayudas para soportar el impacto de la inflación deben concentrarse en los más vulnerables para que sean sostenibles en un escenario de menor crecimiento económico y tipos de interés más elevados. El populismo incita a prolongar la situación actual. Pero lo realmente progresista es concentrarse en los más vulnerables. ¿Y quiénes son? Pues aquellos para los que el aumento de precios significa dejar de poder sufragar los gastos esenciales. Si eso significa llegar hasta la clase media, especialmente la de zonas urbanas con presión suplementaria de los precios, no debería haber problemas. Pero para llegar a ellos no hace falta convertir las ayudas en universales como ocurre ahora, por ejemplo, en el caso de la subvención a la gasolina o de la gratuidad del transporte público. Es innecesario y no hace otra cosa que estimular que los precios sigan altos. La política es pedagogía como decían los socialdemócratas clásicos. Y en este caso implica plantar cara a los populistas para explicar que las subvenciones de hoy pueden acabar siendo los recortes de mañana, y la clase media ya los lleva sufriendo desde el año 2008. Seguro que lo entienden y lo apoyan en las urnas.
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