Opinión

Arrepentidos los quiere Dios

Aunque pueda estar justificado tanto por su obra intelectual como por la que fue tallando en el bloque de piedra de la propia vida, el clamor desatado en la esfera mediática nacional tras la muerte de Sánchez Dragó tiene también que ver con sus arrepentimientos políticos. A nadie ama más el conservadurismo que al rojo arrepentido, sobre todo si es un hijo descarriado de la burguesía. Da igual que en otros aspectos de la vida pública o privada haya llevado la transgresión casi al límite: si acaba poniendo todo su bagaje intelectual en el platillo correcto, o sea, aquel que contrarresta el peso de quienes quieren desequilibrar la balanza social, será absuelto de cualquier supuesto pecado. Por mi parte creo, al revés, que es el modo irreverente y transgresor en que ha gestionado su vida personal, en sociedad tan pacata como esta, el que lo ha hecho admirable muchas veces (no todas).

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