Las orejas del lobo

Francisco Esquivel

Francisco Esquivel

El impacto de la mañana llega desde Utrera donde a una chavala de 22 años ha venido a verle la parca de un golpetazo en la cabeza ejecutado casi con toda certeza por su marido puesto que el dispositivo de búsqueda de la Guardia Civil precisó de varias horas hasta dar con él en lo que constituye el crimen postrero de la terrorífica serie. Bueno, puede que en estos instantes ya no sea el último. Horas más tarde una moción presentada en el pleno de Molina de Segura venía a señalar que “la violencia de género es estructural y necesita medidas especializadas para ser erradicada”. Era la respuesta a la decisión de los nuevos jerarcas del municipio de suprimir el área de Igualdad lo que había provocado el consiguiente toque a rebato que tomó temperatura al coger la palabra la representante de Vox, Escarlet Merielén, concejala de Familia, de la suya naturalmente. Entre las discrepantes, Maruja Vera quien, a sus setenta y tantos, fue señalada por José Ángel Alfonso, el alcalde del pepé, para identificarla, a lo que la poli respondió cogiéndola para llevársela por la fuerza. Cuando en la constitución de los ayuntamientos y de otras instituciones y cuando en las alianzas de cara al 23J empezó a verse las orejas al lobo, ¿creían que las madres y las abuelas iban a quedarse tan campantes atisbando lo que a sus hijas y a sus nietas se les podía venir encima?

Durante una pila de años el gran reconocimiento a la formación heredera de Fraga fue el de la contribución al acoger en su seno a las almas conservadoras evitando que la plebe de extrema derecha campase a sus anchas. Si entonces se elogiaba, ahora que encima se deja arrastrar por ella, no esperará que se le haga la ola. La primera autoridad de Molina, que se vio arrastrada, continuó la sesión dirigiéndose a los agentes para indicarles que no había pedido que levantaran a esa mujer y lo cerró con que va “a seguir trabajando de manera activa y con todas las acciones que sean necesarias por la igualdad”. Sí, claro, hijo mío. Por supuesto, faltaría más.

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