‘To do list’

Pilar Ruiz Costa

Pilar Ruiz Costa

Ahora que he tachado del to do lis evitar que llegue al Gobierno un partido de ultraderecha, ya puedo ponerme con lo del grifo de la cocina. Lo sé, lo sé… Siendo como soy escribiente no debería caer en extranjerismos. ¡Solo faltaría! Que vengan de fuera por el efecto llamada de las paguitas, o por quitarnos el trabajo y las mujeres, pase, ¿pero que vengan aquí a traernos palabras? ¡Vamos, hombre…! Pero permitámonos alguna excepción. Que entre to do y tareas pendientes —lo mismito que entre spoiler y destripar—, reconozcámoslo: no hay color. Que uno lee un folio en la nevera que pone tareas pendientes y le entra un agobio como ante el rojo de los números rojos de la cuenta bancaria o los cien mil pasos a ningún sitio sobre una cinta de correr.

Y aunque, como rezaba Luis Piedrahita, “el castellano es un idioma loable, lo hable quien lo hable”, hay cosas que suenan más glamurosas —y hasta livianas— pronunciadas en inglés. No en las cartas de los restaurantes, donde uno puede pedirse unos broken eggs con un fish to the iron de segundo y regarlo con una copita de they will pass (Pacharán: todos, por cierto, platos verídicos). Tampoco hay sutileza idiomática en LinkedIn, territorio poblado por team leader merchandising project business development manager; o combinaciones de esas palabras, signifiquen lo que signifiquen. Autobiografías sobradas de inglés y aún más, de humo. Nunca se dio el caso de encontrarse a un autónomo, sino ‘freelances’, emprendedores o fundadores de alguna startup. ¡Una startup! Les juro que sin acabar de pillar el concepto, lo busqué para quedarme exactamente igual: “empresa emergente”. Emergente comparte raíz con emergencia, no les digo más.

Pero mi acrónimo altisonante favorito siguen siendo los que se presentan como chief executive officer; CEO. ¡A puñados! Mal se te tienen que dar las cosas para que no te entre por lo menos un CEO una noche de viernes.

¡Pero en cambio, las to do list…! (pronunciado en inglés tudú). Uno puede levantarse por la mañana y decir, a ver qué tengo tudú hoy, y sonríe y hasta suenan pajarillos, mientras hacen falta litros de café para enfrentarse a las tareas pendientes (pendiente; que pende; inclinado, en declive; por resolver o terminar). Y en lunes ya les digo yo que esa pendiente es empinada. O lo que cambia la cosa de pedirle matrimonio a alguien en inglés, con su marry me; algo así como cásame, muchísimo más claro que el castellano donde hay que añadir específicamente al ¿quieres casarte? la coletilla de conmigo, a fin de ahorrar una decepción. Y ni con esas, que tres de cada cinco matrimonios acaban en divorcio. Pero tampoco molesta tanto en inglés, porque te quedas single otra vez, que es volver a la casilla de salida. Single, como aquellos vinilos con tu canción favorita en una cara y en la otra en extended version. Escuchas single y transmite fiesta y no esa mirada piadosa que recibo cada vez que me escuchan que estoy divorciada dos veces.

Soy el detritus del matrimonio. Debí casarme con el tipo aquel que me invitó a salir y le contesté que uy, qué va, que no podía porque iba a pasarme la tarde arreglando el grifo de la cocina que goteaba y volvió al ratito con un grifo nuevo y una caja de herramientas. Se lo digo ahora que miro la to do list, pero también lo que cuesta un grifo nuevo. Los diamantes, como las banderas, están sobrevalorados y las muestras de amor se miden mejor en hechos, que las palabras y eslóganes se los lleva el viento. Debí casarme con aquel otro tipo con el que me crucé un domingo por la mañana, en el momento exacto en que la caja repleta de basura con la que me dirigía al punto limpio explotó y se apresuró a ayudarme a recoger todo tipo de inmundicias esparcidas por la acera. A pesar de mis no, no, de verdad que no y del gesto de tierra trágame de su hija adolescente. Si me lees, escribe una carta a este periódico. Te invito a un café, un güisqui, ¡a vivir conmigo!

En fin, les dejo. No vaya a ser que a todos estos les dé por no acometer su tarea más pendiente ahora mismo: formar Gobierno, y repitamos elecciones y me toque devolver a lo más top from the most high lo tachado en el to do list. Mejor me arremango y me entrego a la insigne tarea de desmontar y despedir con honores a este grifo por tantos años de buen servicio y lo reemplazo por uno nuevo, de aspecto más sofisticado, pero frío y distante y que no tardará, estoy convencida, en ser uno más de la familia. ¿Esta tarea pendiente? Una horita como mucho. Lo que me llevará más tiempo serán la peluquería, hacerme las uñas y las ingles brasileñas y probarme todos mis vestidos antes de dirigirme con el grifo viejo pero inmaculado hacia el punto limpio.

En fin, who knows, love is in the air, from lost to the river o, como muy bien dijo el mismísimo Mariano Rajoy cuando fuera presidente, al coincidir en una cumbre europea con el primer ministro David Cameron: “It’s very difficult todo esto”.

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