Oblicuidad

Apadrina a un ovni, ya son legales

Matías Vallés

Matías Vallés

El Enrico Fermi actualizado en Oppenheimer saldaba su escepticismo sobre la vida extraterrestre con un simple interrogante, “¿dónde están los alienígenas?”. El sensacional experimentador de Chicago no se dejaba enredar en filosofías, pero el hecho de que no hayan entrado en contacto con nosotros aporta la prueba irrefutable de que son seres inteligentes.

Hay que celebrar los puentes tendidos entre científicos y conspiracionistas, congratularse de que la audiencia en el Congreso estadounidense a un militar alertador convencido de los OVNI haya puesto a los marcianos al alcance de todos los bolsillos. Cuando un congresista se pregunta “¿son hostiles?”, con el tono reservado antaño a Sadam Husein, está normalizando un fenómeno inscrito hasta ahora en el esoterismo. Y lo mejor llega cuando el chivato de la Fuerza Aérea responde afirmativamente sobre la reacción violenta de nuestros visitantes del espacio exterior, y sobre el hallazgo de restos biológicos “no humanos”. Todo de oídas y de segundo mano, pero ahora legitimado en la capital del imperio.

La audiencia pública parece una película de ciencia-ficción. La aprobación de los UFO u Objetos Volantes No Identificados viene acompañada de un cambio de nomenclatura. Ahora son simplemente UAP o Fenómenos Atmosféricos No Identificados. Se amplía el catálogo, pero el miedo permanece. La regularidad de las leyes universales, una estructura implacable sin salvedades por fortuna para el establishment científico, favorece la aparición de excepciones galácticas donde pudiera surgir algo mejor que el bricolaje llamado vida. Sin embargo, los seres humanos no decidirán si hay seres inteligentes en el Universo, a duras penas lograrán localizarlos.

La oficialización de los OVNI es un pequeño paso para encontrar un solo ejemplo creíble, pero un paso de gigante para la Humanidad rasgada entre crédulos y escépticos. El último Objeto Volante No Identificado era un globo chino, casi un cuento chino, pero también les sirve a los Republicanos acorralados por los desmanes de Trump para cargar contra el Pentágono Demócrata. Como afirmaba un congresista conservador con ansias de eternidad, “no podemos confiar en el Gobierno que no confía en sus conciudadanos”.

Después del COVID escapado de un laboratorio, y de la posibilidad de apadrinar a un OVNI sin que se rían los vecinos, se van erradicando los puntos de fricción universal. En los años ochenta, Ronald Reagan estaba obsesionado con una invasión extraterrestre, procedente de la parte del Universo que no gobernaba. En su primera cumbre con Gorbachov, el presidente estadounidense le preguntó si la URSS auxiliaría a su eterno rival frente a una invasión alienígena. Su colega lo tranquilizó, y Reagan le garantizó la reciprocidad.

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