Soserías

Alivio

Francisco Sosa Wagner

Francisco Sosa Wagner

Los españoles no podemos enorgullecernos de grandes aportaciones a la alta política, pero sin embargo en hallazgos menudos somos auténticos campeones.

Ya comenté en estas “Soserías” el referido a la idea de “arrimar el hombro”: desde el poder se pide a la oposición que coja su hombro y le proporcione una ocupación digna, es decir, que lo “arrime”, que lo acerque o ponga junto a otra cosa, que en este caso es el interés de quien ostenta el mando para su mayor gloria y provecho. Otro que ha saltado en medios del golpismo catalán es el siguiente: “quien quiera ocupar la presidencia del Gobierno habrá de mear sangre”. No consta que los candidatos a esa dignidad padezcan trastornos renales, por lo que la expresión debe aludir a las vilezas y deslealtades que habrán de cometer para contentarles, si quieren contar con sus votos en el Parlamento.

Yo no les deseo que “meen sangre” porque carezco de malas entrañas, pero sí pienso que deben atender esa petición aunque manchen los calzoncillos y su honradez padezca otra mutilación más pues todo lo que beneficie a un golpista de Cataluña alimentará el credo progresista plurinacional convertido en obligada comunión. El último logro expresivo es el “alivio judicial”. En efecto, entre los que aspiran a gobernarnos los próximos cuatro años ha surgido la preocupación acerca de la situación de quienes cumplen condena en los establecimientos penitenciarios. Y no es para menos: hay personas que han de pasar entre sus muros diez, quince o veinte años, todo un tramo sustancial de la vida. ¿Por qué? Total por haber matado a un canónigo de la catedral o haber atracado un banco, como si el banco no estuviera para ser atracado teniendo en cuenta la pasta que acumulan y el hambre y la necesidad que hay por el mundo. O por haber dado un golpe al Estado de siempre para crear un Estado nuevo donde no sea preciso hacer una cosa tan fea como esta de dar golpes.

Conclusión: quienes se disponen a constituir el Gobierno de progreso han decidido “aliviar” la penosa y aflictiva situación de estas personas sufridoras. ¿Cómo? Rebajando las penas o directamente anulándolas.

–¿Una amnistía?

–No seas bruto, no uses expresiones vulgares, es un sencillo “alivio” para que la carga de la vida entre barrotes desaparezca y abra paso a otra donde rija el mangoneo sectario y fluyan los fondos reservados.

Hay gran contento entre la población penitenciaria. Hierven de impaciencia por salir a respirar el aire de la libertad, ganado con el progreso plurinacional de su frente. Los que estamos menos aliviados somos quienes no hemos sido sentenciados por jueces conservadores ni magistrados de la extrema derecha, y tememos ver por la calle a asesinos, golpistas y maltratadores de viudas.

La tranquilidad sin embargo debe prevalecer porque ya se ha aclarado el meollo: El “alivio judicial” solo se aplicará a quienes demuestren haber violado la Constitución y haberse ciscado en sus preceptos. Tal es el compromiso de esos aspirantes a gobernar que administran con sacrificio nuestro futuro empapado de un progreso transversal, sostenible y feminista.

Y esto ya nos ha “aliviado” a muchos.

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