Apunte

Cuidado con los datos (bancarios)

Agustí Salá

Agustí Salá

Cuando uno creía que no iba a picar en una estafa en internet con la cuenta bancaria resulta que los engaños se perfeccionan. Hay que extremar la cautela. El sistema habitual de intentar que un usuario clique sobre un vínculo para acabar arrebatándole claves y otros datos se ha quedado anticuado. Una nueva modalidad consiste ahora en que supuestos o supuestas representantes de departamentos de seguridad de bancos llaman a la víctima para avisarle de un intento de uso fraudulento de su tarjeta. El problema es que suelen contar con datos de la víctima a la que le pretenden levantar dinero.

La apariencia de realidad gana enteros por la disponibilidad de datos íntimos o privados adquiridos en una especie de mercado de los mismos. Se trata de lo que se conoce como la dark web o red oscura, un ámbito que vive al margen de la ley y de las normas del mundo físico en el ciberespacio, ideal para las actividades criminales. Hay otro elemento a tener en cuenta. Quien llama no tiene reparo en que el afectado utilice el mismo número que le aparece en la pantalla para comprobar si realmente es o no de la entidad la que le está advirtiendo. Y resulta que tienen técnicas que permiten enmascarar el número telefónico que en realidad están utilizando y que en pantalla figure el del banco en cuestión. No es difícil, por tanto, caer en la trampa y acabar creyéndose al interlocutor.

La pasada semana, Air Europa protagonizó un caso sorprendente al avisar a quienes adquirieron billetes de la aerolínea de que cancelen sus tarjetas bancarias. Resulta que los ciberatacantes sustrajeron el número de varias tarjetas, sus fechas de caducidad y el CVV (Código Valor de Validación o Verificación). Y el ataque lo habrían protagonizado hackers de origen ruso que entraron en los servidores de la aerolínea en su sede central de Mallorca comprometiendo unas 100.000 tarjetas bancarias de clientes. Ya hay amantes de lo ajeno que aprovechan este caso para pescar entre los afectados.

Lo dicho: extremar la cautela con los datos en general. Y con los bancarios en particular.

Suscríbete para seguir leyendo