Gárgolas

Garabatos indescifrables

Josep Maria Fonalleras

Josep Maria Fonalleras

Un hombre se encuentra en una situación que le angustia cada vez más. Su experiencia traumática es esta: escribe un mensaje a una persona que le ha hablado con un tono exageradamente trascendente y quiere bromear. Dice: “Te mes tas volviendo místico” (sic). Antes de escribir, duda de la genuinidad de la expresión, pero piensa en un poema de Ferrater que utilizaba ese giro. Pero no sabe, si al escribirlo, comete un error. Los pronombres le agobian y da por buena la primera redacción. Envía el mensaje. Al cabo de unos minutos, se da cuenta de la barrabasada que ha escrito. Debería haber dicho, claro, “te me estás volviendo místico” (como el poeta: “Te me he vuelto una flor amarilla”), en referencia a que el individuo con el que habla no solo se vuelve místico, sino que lo hace en relación a él, sorprendido de las inquietudes espirituales del amigo. Una vez se da cuenta del error, que no es fruto de la rapidez con la que ha escrito el mensaje (se había detenido un rato antes de enviarlo, me explica: lo había repasado) ni tampoco de una hipotética carencia de conocimiento gramatical, enseguida rectifica y hace creer a su corresponsal que ha sido un lapsus involuntario. Él sabe que no es así. Conocedor de la reglas (escribe a menudo y lo hace con cierta solvencia), el primer pensamiento que le viene a la mente es que ha iniciado un proceso de desconexión, que ese mensaje inocente en una mañana plácida de domingo no es sino un primer aviso serio. “Lejos de las pérdidas de memoria habituales —me dice—, de los vacíos mentales que tengo a veces”.

Piensa entonces en los síntomas iniciales de la enfermedad (¿enfermedad? No sabe definirla todavía) que ha visto en otras personas. En los primeros desajustes, en las primeras carencias, en los estadios donde apenas se vislumbra un final anunciado, no una claridad (como dice el diccionario), sino más bien una oscuridad opaca que, poco a poco, se apodera del cerebro. Sabe que ya existen métodos científicos que analizan la posibilidad de la desaparición de la conciencia cuando todavía queda mucho tiempo para que la enfermedad se manifieste con toda la crueldad. No quiere oír hablar de ello. Si alguien le dijera que, efectivamente, ese error es un aviso de lo que vendrá, se desmontaría. Prefiere escribir su experiencia, para tratar de demostrarse a sí mismo (y a mí, que lo leo) que no hay para tanto, que al menos ha sido consciente de haber pisado la orilla de la laguna y que todavía es capaz de contarlo, antes de que todas estas palabras no sean sino garabatos indescifrables.

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