Oriente Medio se le vuelve cada vez más hostil a EEUU

Joaquín Rábago

Joaquín Rábago

El apoyo incondicional de Washington a Israel en su limpieza étnica en Gaza y su último atentado mortal contra un destacado dirigente de Hamás en la capital iraquí hacen de Oriente Medio una región crecientemente hostil a Estados Unidos.

Resulta cada vez más difícil separar lo que hacen el Estado sionista y los Estados Unidos de Joe Biden: ambos llevan a cabo asesinatos extrajudiciales en países islámicos que siempre justifican con la lucha contra el terrorismo.

Así, Israel mató en un ataque con drones la pasada en el sur de Beirut a Saleh al Arouri, número dos de Hamás que había negociado el último intercambio de rehenes judíos por presos palestinos.

Al Arouri había sido también en 2011 el negociador de un acuerdo humillante para Israel como fue la liberación de más de un millar de presos palestinos a cambio de un solo soldado israelí en poder de Hamás.

Pero su asesinato en Bagdad parece demostrar que al Gobierno ultraderechista de Benjamín Netanahu le interesa más seguir destruyendo Gaza y diezmando a su población que liberar a los rehenes judíos que tiene en su poder esa organización. Como respuesta, la organización chií libanesa Hezbolá lanzó el pasado fin de semana una lluvia de misiles contra una base militar israelí y aseguró que era “sólo el comienzo”.

No menos preocupante, por desestabilizador, es el asesinato por EEUU en el centro de Bagdad de Abu Taqwa, líder del grupo Harakat al Mujaba, al que apoya Teherán y que Washington califica de “terrorista”.

Tras ese atentado en la capital del país, el Gobierno del primer ministro iraquí, Mohamed Shia al Sudani, exigió el inicio de negociaciones con Estados Unidos para la total retirada de sus fuerzas en su territorio. Como parte de la que califica de lucha contra el Estado Islámico, Estados Unidos mantiene a medio millar de militares destacados en Siria y a otros 2.500 en Irak.

Washington lo justifica con un esfuerzo consistente en ayudar a las fuerzas locales a combatir a los islamistas que operan en esa región rica en petróleo, pero los Gobiernos de ambos países lo consideran una ocupación militar extranjera.

A todo ello hay que sumar la matanza llevada a cabo por dos terroristas suicidas en el cementerio de la ciudad iraní de Kermán el día en que los iraníes conmemoraban el cuarto aniversario del asesinato por los EEUU de Donald Trump del general Qasem Soleimani.

Irán acusó inmediatamente a Israel de lo sucedido, pero Estados Unidos aseguró no tener ninguna prueba de la responsabilidad del Estado sionista. Por su parte, el Estado islámico se atribuyó el masivo atentado en un vídeo atípico en el que quienes lo reivindicaban aparecían con los rostros tapados en lugar de presumir de su criminal acción a cara descubierta. El conocido periodista de investigación estadounidense Max Blumenthal, siempre muy crítico con la estrategia de Biden en Oriente Medio, no descarta la mano de la Organización de los Muyadines del Pueblo de Irán, enemiga del régimen de los ayatolas. Difícil saber cuál es la verdad.

Mientras tanto suenan cada vez más voces tanto en Israel como en Estados Unidos que proponen atacar directamente a Irán en lugar de entretenerse con sus “peones” como los hutíes del Yemen o el grupo chií libanés Hezbolá. La situación se vuelve extremadamente peligrosa en este comienzo de año.

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