tribuna

Los reyes somos nosotros

Cristina Martín

Cristina Martín

Resaca de Reyes. De chocolate, roscón, regalos (o no), comilonas en familia (o tampoco necesariamente). Domingo de cierre de fiestas, que como siempre, van por barrios. Para mí, la Navidad es una época feliz pese al agujero eterno que dejan las ausencias, siempre presentes, da igual los años que pasen. Son días de reencuentro y de recuerdo, de muchas risas, pero muchas, porque no hay suerte más grande que formar parte de una familia tribu con un sentido del humor a prueba de bombas, adversidades y enfermedades varias, y en la que no queda otra que afilar la agilidad mental para estar a la altura del auditorio. Que nada estropee un buen chiste. O malo. Todo por desatar el ataque de risa incontrolable, cómplice, hasta las lágrimas.

Una familia red muy extensa y muy piña, traspasada siempre por mi abuela María, que nos inculcó este espíritu navideño que nos atrae indefectiblemente hacia los espumillones de colorines, los villancicos, las reuniones familiares multitudinarias en las que faltan sillas para todos y donde se habla a la vez, muy alto, y se opina de todo; sobremesas interminables en las que la mesa nunca se vacía de comida, de turrones, polvorones, chocolates, todo tipo de dulces.

Cuando llegan los Reyes Magos ya empiezo a sentir nostalgia de la Navidad. Mucho más, a punto de caer en el lunes de vuelta a la rutina completa. Pero para hacer más llevadero el regreso a la normalidad, recordemos que pase lo que pase, los Reyes somos nosotros. En cualquier momento y circunstancia.

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