Solo será un minuto

Corrompe cabezas

Tino Pertierra

Tino Pertierra

Las redes sociales, ese inmenso territorio sin ley de cadenas movedizas, están pensadas para que una gran mayoría de personas ociosas y en ocasiones odiosas no piense. Lo cómodo es dejar que sean otros los que alumbren una opinión aunque tenga pocas luces y unirse así al coro de alabanzas o ruindades. Sin perder el tiempo reflexionando y tratando de tener una opinión propia que no venga impuesta y recalentada.

El anonimato favorece y alimenta la propagación masiva de falsedades sin límite, los bulos que cambian argumentos por excrementos y las calumnias que viven felices en un ecosistema donde casi todo está permitido y el respeto está en peligro de extinción. Corromper cabezas está al alcance de cualquier algoritmo peladatos y más cuando las víctimas de esa gangrena virtual ayudan con entusiasmo a facilitar el proceso.

Regalamos datos confidenciales como si nos fuera la vida virtual en ello y dejamos que nuestras zonas más vulnerables queden expuestas a los primeros clics de cambio. Inmunes a la precaución y la desconfianza. La intimidad no se compra ni se vende. Se regala. Asistimos a un avasallador despliegue de generosidad que hace de nosotros vasallos del interés ajeno y que va llenando de vacíos nuestra identidad mientras entre anuncios pegajosos que no se quitan ni con lejía y cookies envenenadas y protecciones insistentes de datos escaldados y ventanas emergentes que nos piden estar de acuerdo o rechazar o déjalo para más adelante o configurar o...

Se corrompe la cabeza desde una falsa ilusión de variedad que solo aporta ruido y furia sin que la mesura, la reflexión y el respeto tengan sencillo implantarse, mientras nuestras opiniones y pensamientos se van por el sumiso sumidero de la indiferencia.