Paz ahora

Juan Carlos Herrero

Juan Carlos Herrero

UNRWA, o Programa de Naciones Unidas para la Población Refugiada de Palestina, habla más por sus cifras que por la cualidad del órgano ONU, que está cuestionado por parte de los donantes que se apean cerrando el grifo y alimentación a la población más necesitada de Palestina. Sin comentarios.

En noviembre de 2023 UNRWA hacía un llamamiento urgente para recaudar cuatrocientos ochenta millones de dólares para el Territorio Palestino Ocupado, TPO.

Los donantes donan, pero la limosna no es suficiente. Hay que ser consecuente con lo que se da, y no esperar sorpresas de última hora imputando corrupción a los cooperantes, caso de algunos trabajadores de UNRWA, como colaboradores necesarios en el asalto al muro y la matanza indiscriminada del 7 de octubre de 2023. Otro crimen de lesa humanidad sin paliativos.

Este dinero del UNRWA va a parar a “mil instalaciones de infraestructura física, que incluyen escuelas y clínicas”, además de una plantilla de treinta mil trabajadores, con estatus de refugiado, según datos de UNRWA España.

Aquí el problema es la incompetencia de quienes se obligan a seguir la trazabilidad de sus donaciones, de nada sirve apearse de la ayuda humanitaria urgente, ahora que cientos de miles, millones de refugiados necesitan vivir, que ese es el fondo y la forma.

Tanto staff, tanta jerarquía planetaria, tanta escalada en las oficinas de la ONU y sus agencias agenciadas, incapaces de hacer un trabajo de auditoría al pie de obra que evite la ramplonería, ahora dando pábulo a los donantes como Estados Unidos o Alemania que se bajan del carro que ellos mismos suelen mal tener con palos en las ruedas.

¿Es solo culpa del comisionado general Lazzarini? No. Es el chivo expiatorio.

No hay escenario prebélico, bélico y posbélico donde no confluyan intereses espurios de las partes y contrapartes. El negocio está servido antes y después de una guerra.

Nos decía un general en misión de paz: “Cuando se acaben las guerras se acaba el turismo”. Se sorprendió de vernos ante el fuego cruzado, a pecho descubierto.

–Lo cuestionamos, mi general. ¿Excelencia, lo dice por ustedes?

Y así todo el contubernio de quienes hacen negocio de las guerras, mientras miles de criaturas quedan atrapadas en medio de tanta irracionalidad, de lo absurdo. ¡Basta ya!

Tras las bombas viene la huida; tras el éxodo, el hambre; tras el hambre, la ignominia de quienes dejan de ayudar ante la emergencia humanitaria argumentando su propia incompetencia, caso de la ONU.

Los donantes del programa UNRWA se obligan a reconsiderar su negación y enviar emisarios honestos que vigilen, in situ, a dónde van a parar las ayudas. No hay más.

Suscríbete para seguir leyendo