LA PELOTA NO SE MANCHA

¿Qué sería de este Dépor sin Abegondo?

Rubén López

Rubén López / LOF

Carlos Miranda

Carlos Miranda

Ha llegado el Deportivo al final del mes de enero con rasguños que ni es capaz de contar, pero más entero de lo que podría haber imaginado cuando se comió las uvas. Ni un fichaje de invierno ha pisado el césped en partido oficial en estos 31 días en una serie de partidos infernales que le sacaron de rueda a 10 puntos tras caer ante la Cultural Leonesa y que, de repente, le colocan pedaleando en la cola de la grupeta tras ganar a Ponferradina y Celta Fortuna. Cinco puntos. Un oasis, aunque las balas sigan silbando. Como rayos de sol en Vietnam.

Con Pablo Valcarce arrinconado y Salva Sevilla perdiendo peso en los planes, dos jugadores por los que se hizo una importante apuesta económica, el Deportivo ha tirado de supervivencia pura y dura. Trece o catorce jugadores. Es duro, es resistente. A balón parado. Con lo que tenía y con lo que le sale de la base, dando vueltas de tuerca tácticas sobre sí mismo para poder montar un entramado apuntalado que hace cuero y saca la cabeza. Con Idiakez levantando pelotas de partido, con fichajes estrella lejos de lo que se presuponía de ellos, con un mercado de invierno frío, helado, y con David Mella, Yeremay Hernández y Rubén López acaparando los flashes en Balaídos... Con ese panorama y ese caldo de cultivo, ¿es imposible no pensar dónde estaría hoy este Deportivo sin Abegondo?

Con fichajes estrella lejos de lo que se espera y un equipo en eterna búsqueda, los jóvenes marcan la diferencia

La cantera blanquiazul le ha echado varios salvavidas a su equipo en estos meses. Ha sido un Helimer en eterna patrulla. Lo que resuelve, lo que tapa. Hace más actual que nunca aquel axioma de que se recurre a los jóvenes de la casa en las malas. También es cierto que ni Idiakez ni Soriano han vivido de espaldas a lo que se cuece en los equipos dependientes del club, una costumbre que se había perpetuado en los últimos tiempos, salvo contadas ocasiones. Había que renovar a Yeremay Hernández y a otros tantos, sí; había que atreverse a ponerlos, también; pero ¿cuánto hay de estrategia y planificación y cuánto hay de estrecheces y emergencia? ¿Cuánto hay de improvisado y cuánto ha barnizado lo poco que han rendido las incorporaciones del proyecto que le encomendó Abanca a Massimo Benassi y Fernando Soriano?

Hay que atreverse con los jóvenes, pero ¿cuánto ha sido planificado y cuánto por las urgencias? ¿Cuánto ha tapado?

El tiempo y los minutos que tengan dirán lo que pueden aportar Eric Puerto, Luis Quintero y Raúl Alcaina. Ninguno llega para ponerse la camiseta y ser central en el proyecto en un mercado tan aireado como lleno de negativas para el Deportivo. Un estatus alejado de la impronta y ascendencia que debería tener un club así negociando de Primera RFEF. Al limbo se fueron Pablo Fernández, Cris Montes, Luis Chacón o Sergio Bermejo, entre otros, mientras Iano Simao seguía esperando paciente y con ofertas. Su momento llegó sobre la hora, ya el 1 de febrero. El fichaje del delantero, Raúl Alcaina, se dilató también. Se suma al vestuario un ariete con seis partidos de titular en la primera vuelta y dos goles. Luis Quintero fue la apuesta para la banda derecha cuando el zoco de laterales zurdos sub 23 resultó imposible. El club bajó el perfil de su rastreo y la edad de los pretendientes y se plantó en Abegondo el hispanocolombiano con una opción de compra tan misteriosa como imposible, algo deslizado por el propio director deportivo en la mañana de ayer. 24 fichas. De la plantilla con aire y puertas entreabiertas o a un grupo que llena la caseta de Abegondo. Las cuentas no salían.

El mercado ha estado lejos del peso que se le supone al Dépor. Debe rescatar a jugadores perdidos como Pablo Valcarce

El paso de los días también ha ido enterrando en un mar de actualidad y de ritmo competitivo un aspecto capital: la gestión de las salidas. Como mucho no ha funcionado, mucho había que liberar. Y no ha sido posible. Y ha empujado a decisiones evitables, de las que se atragantan en la nuez. Ha habido tantos partidos y se han desarrollado con tal celeridad los acontecimientos en este mes de enero que el adiós de Ian Mackay parece lejano. Sigue siendo real, palpable. No era, ni mucho menos, una prioridad un cambio en la portería del Deportivo en este mercado de invierno, aunque la salida del coruñés estaba marcada sí o sí para junio. No encontró la secretaría técnica otra manera ni tuvo cintura para no precipitar y enturbiar la marcha de un futbolista de la casa que se sacrificó y vino a su club en los malos momentos. Incluso ayer empujó a Valcarce, quien no contempló su adiós ante el poco calado del pretendiente. No pudo. No supo.

De 14 a 24 futbolistas

Ya que el Dépor ha apostado por una plantilla de 24 futbolistas, con algo más de juventud y en la que permanecen Valcarce o Salva Sevilla, Idiakez no puede ser ahora ajeno al material del que dispone. Filiales a un lado, el club coruñés ha sido el equipo con un mayor presupuesto de los que juegan en el Grupo I de Primera RFEF. Ha accedido a futbolistas inalcanzables para el resto el pasado verano. Si él no tiene banquillo, ¿qué le debería pasar entonces a los demás? Se puede entender cierto ostracismo como una táctica de mercado en un mes en el que necesitaba soltar lastre. No se lo puede permitir hasta el final de esta liga. No puede haber 24 futbolistas en la caseta del primer equipo y un par de canteranos de apoyo real para que solo jueguen 14. Es urgente recuperar a jugadores como Pablo Valcarce o, al menos, intentarlo. Ya debió jugar unos minutos ante la Ponferradina. Es un cometido ineludible. Llegarán los contratiempos, los vaivenes... Nadie sobra y menos a quien se le consideró tan importante hace meses.