Opinión | Sol y sombra

Esto es corrupción

Quienes aspiren a saber qué es en realidad corrupción en una sociedad donde corromperse no requiere demasiado esfuerzo tendrán, antes que nada, que comprender que no existe trato más corrupto que el de la impunidad a cambio de los votos. Esto es, ofrecerle el perdón a un delincuente dejando que sea él mismo el que lo modele a su medida, y que confeccione la propia amnistía en los términos y en los plazos que le convengan junto con el resto de malhechores que se van a beneficiar del indulto. Si para conseguirlo, además, se borra el delito fulminando artículos de la Constitución y señalando a los jueces que investigan o dictaron sentencias contra los delincuentes amnistiados nos encontraremos ante el mayor caso de corrupción política en la reciente historia de la democracia española.

Las comisiones, los enjuagues particulares, el tráfico de influencias, los gatuperios más o menos pringosos, deberían quedar en un segundo plano dentro de la turbulenta legislatura que nos está tocando vivir. No quiero decir con ello que no tengan su trascendencia en sí mismos e incluso como cortafuegos entre tanta llama propagada. A los políticos de la oposición tenemos el deber de exigirles que centren la jugada y si, en medio del caos y de las cortinas humo, hallan la confusión que hagan un esfuerzo pedagógico para mostrar donde está el verdadero incendio y donde los fuegos fatuos. Qué es lo que nos aleja del debate a la vez que nos acerca al insidioso estercolero.

Uno de los dos grandes sujetos de la corrupción, el prófugo Puigdemont, se presentó ufano como candidato legítimo a las elecciones en Cataluña. Regresamos al punto de partida de 2017 bajo la amenaza independentista de que solo si Sánchez cumple habrá legislatura. Cada vez son menos los que desean que esto se prolongue, por mucho que se haya convertido en la obsesión de un Presidente que regala impunidad y desigualdad para poder mantenerse a costa de todo y de todos.

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