Opinión | la pelota no se mancha

Y pasó un rodillo por Teruel

Diego Villares

Diego Villares / LOF

No fue el día más brillante. Ni había luz en el campo. Todo incomodidad. Cada disputa o cada pelota al área eran un sufrimiento. No brotaban, precisamente, las jugadas plásticas en la batalla de Teruel, sí los roces y los golpes. El primer gol es, además, una sucesión de calamidades. Al Dépor le dio igual todo, porque sencillamente es un equipo ganador. Es ese depredador que, tras el revolcón, no tarda en empatar. Es también esa maquina aniquiladora que, cuando alguno aún se acomodaba en su asiento para la segunda parte, ya había marcado. Cuando un equipo suma 11 victorias y dos empates seguidos es que cuenta con mil formas de llevarse los partidos, pero sobre todo es que tiene inoculado el gen ganador. Forma parte de él. Juegue quien juegue, esté quien esté. Es increíble que ese grupo que maldecía su suerte en los últimos meses de 2023, que deambulaba en una Primera RFEF en la que debía reinar, sea casi el mismo que ahora parece Atila cada vez que abandona Riazor. No crece la hierba por donde pasa porque arrasa con todo. Y lo que le queda.

Se da ya por descontado que cada triunfo sin Lucas hace al Dépor más fuerte. Ya van cuatro y parece difícil parar a esta trituradora. Fue el día de Iván Barbero. Sus goles ante el Sabadell o Unionistas tienen un valor incalculable, aquella exhibición en Tajonar es oro molido. Aun así, se echaba de menos un paso adelante del ariete ante la ausencia de Lucas. Sí, peleaba. Sí, hacía un trabajo oscuro con los defensas. Pero su tanto de la última jornada en Riazor había tenido un componente casual y debía decir “aquí estoy yo, soy el delantero del Deportivo”. Y lo hizo de una manera rotunda. Fue protagonista y líder. Se inventó un tanto cuando el Dépor más dudaba y abrió hueco al salir de la caseta cuando el Teruel se disponía a poner contra las cuerdas a su equipo. Su pegada, su capacidad para guiar al equipo, un grupo esforzado y un Yeremay dispuesto a dar y regalar magia. Tanto y tan poco de un Dépor imparable.

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