Opinión

¿Es posible un ‘procés’ a la vasca?

Una de las interpretaciones más extendidas acerca del procés soberanista en Catalunya es que fue un intento de celebrar un referéndum de independencia como paso previo a la secesión, primero por medio de un pacto con las instituciones estatales y, descartada esa vía, de manera unilateral. Por ello, la reciente propuesta del candidato del PNV, Imanol Pradales, de celebrar un referéndum pactado podría interpretarse como el pistoletazo de salida de un procés a la vasca.

Sin embargo, el procés soberanista puede ser interpretado también desde una perspectiva temporal más larga, si se considera que se inició con la propuesta de reforma del Estatut de Autonomía lanzada por Pasqual Maragall para tratar de competir con CiU en un momento en que la coalición nacionalista se había comprometido con el PP a no plantear la cuestión, y que desembocó en el tortuoso proceso de reforma del mismo. Porque justo en ese momento se puso en marcha la dinámica que ha alimentado el procés y que lo hizo desembocar en el referéndum ilegal de 1 de octubre: la competencia entre dos fuerzas nacionalistas, una de carácter conservador hasta entonces hegemónica, CiU (antes de Junts) y una de izquierdas y abiertamente independentista, ERC, de carácter más minoritario. Se daba la circunstancia, además, de que CiU había sido desalojada del poder después de más de dos décadas ejerciéndolo y de que ERC además de formar parte del gobierno de la Generalitat, era una fuerza necesaria para el mantenimiento del gobierno socialista central. Después tuvo lugar la crisis económica, el retorno de CiU al gobierno de la Generalitat poco después de la sentencia del TC del Estatut y la mayoría absoluta del PP en 2011, que con su escasa permeabilidad a la propuesta de pacto fiscal lanzada por CiU y su negativa a cualquier tipo de consulta dio alas a la radicalización del independentismo y desde 2012, al crecimiento de ERC.

Tanto la coyuntura general como la situación política en la España actualidad son radicalmente diferentes a los inicios del procés en Catalunya: no existe una crisis económica, el sistema de partidos se ha modificado radicalmente con la presencia de nuevos partidos estatales como Sumar, Podemos o Vox y el PSOE gobierna gracias al apoyo de una variopinto grupo de partidos, incluidos el PNV y EH Bildu, ambos imprescindibles, y ambos partidos competidores y muy igualados. Ciertamente el PNV ha propuesto una reforma del Estatuto de Gernika mientras que Bildu sostiene que Euskadi debe dar un salto en materia de soberanía y autogobierno y defiende la idea de un referéndum. A priori, por tanto, existirían algunos de los ingredientes que hicieron posible el proceso catalán. No obstante, en la memoria del PNV permanece intacto el recuerdo del fiasco del plan Ibarretxe y Bildu sabe que todavía le queda un largo recorrido en la normalización de su presencia institucional. Resulta difícil, por tanto, que pueda darse un proceso a la vasca al menos de momento porque ninguno de los dos partidos tiene incentivos para estirar a cuerda por mucho que compitan entre ellos. Eso siempre que no haya cambio de gobierno en España y que el PNV no acabe desalojado de poder, en cuyo caso se puede activar una feroz competencia entre ambos partidos y una oposición multinivel irresponsable de imprevisibles consecuencias.

Suscríbete para seguir leyendo