Primero supimos que habíamos coincidido en un corto espacio de tiempo, después que teníamos sus genes. Ahora, los últimos estudios avanzan que el hombre de neandertal, la especie que vivió hace 50.000 años y que se extinguió hace 30.000, tuvo descendencia con el hombre moderno, es decir, con nuestros antepasados.

Ante este hallazgo algunos ya anuncian que todos somos neandertales. Verlo así quizá sea ir demasiado lejos, pero un reciente estudio del Instituto Max-Plack de Leipzig (Alemania) que publica la revista P.M. Magazin sostiene que neandertales y hombres modernos convivieron y tuvieron descendencia. La publicación se hace eco de una investigación iniciada hace cuatro años por el instituto alemán en la que tuvieron un protagonismo destacado los fósiles de la cueva del Sidrón, en Asturias.

El estudio desarrollado por expertos en evolución antropológica, liderados paleontólogo Svante Pääbo, trabajó con fósiles de la cueva croata de Vindija a los que se sumaron los españoles y otros de Rusia y Alemania. Se trataba de descifrar el genoma completo del neandertal, lo que una vez conseguido permitió comprobar que el hombre moderno euroasiático comparte entre un 1 y un 4 % de su ADN con los neandertales, con los que debió cruzarse en el próximo Oriente tras salir de África.

Para los investigadores, los ciudadanos que hoy recorren las calles de toda Europa comparten la genética de aquella especie de aspecto robusto que se creía desaparecida sin que se conocieran a ciencia cierta las causas de su extinción.

Ahora, los resultados apuntan que no hubo tal desaparición porque el cruce genético con los sapiens nos convierte en sus descendientes. "Es seguro que tuvimos hijos con los neandertales", declara Gerd Schmitz, del equipo de investigación del Instituto Max-Planck de Leipzig.

El equipo de Svante Pääbo presentó hace algunos meses los resultados del borrador genómico del neandertal, adelantando que se habían llegado a secuenciar más de 5.000 millones de bases de ADN, tomando como material de partida muestras óseas de seis neandertales. La mayor parte del material procedía de un yacimiento en la cueva de Vindija, en Croacia, de donde se utilizaron los restos de tres neandertales. Además, se emplearon muestras de un yacimiento en Mezmaiskaya, en el sur de Rusia, así como el esqueleto de 40.000 años de antigüedad hallado en el valle de Neander (Alemania).

También se pudo apreciar que el momento de contacto entre las dos especies se produjo entre hace 80.000 y 50.000 años.