"Es posible una Humanidad más libre y sin injusticias ni violencias". Felipe de Borbón lo dijo al principio de su discurso, y ése fue el espíritu que marcó ayer la trigésima edición de los premios Príncipe de Asturias, celebrada en el Teatro Campoamor de Oviedo. Todos los premiados que hablaron defendieron la necesidad de un sentido social, apoyado en el diálogo, la pluralidad de culturas y la defensa de los derechos universales. Fue una ceremonia sobria, de discursos breves, a excepción del leído por el Príncipe, y de escasas emociones. El entusiasmo de los grupos que acompañaban a los galardonados de la Organización Nacional de Trasplantes y de Manos Unidas llegó a contagiar a una parte del público. La ovación de gala se la llevó el grupo de la selección española de fútbol, liderado por Vicente del Bosque. Se escuchó también un sentido aplauso para Graciano García, creador y director de la Fundación durante casi treinta años, a quien el Príncipe dedicó unas cariñosas palabras de despedida, a la vez que daba la bienvenida a su sustituta, Teresa Sanjurjo, quien se sentaba ayer por vez primera en el Campoamor como directora de la institución.

En su reflexión anual sobre España, en la que don Felipe siempre aprovecha para dar un contenido más político a sus palabras, el heredero de la Corona animó a los ciudadanos a actuar con "realismo, coraje y rigor" desde la integridad, el esfuerzo y la cultura del trabajo bien hecho para lograr "una economía más competitiva y eficiente". El camino, dijo, es "fortalecer nuestras instituciones" para poder articular las soluciones "que esperan los ciudadanos". Y todo ello con "moderación donde haya habido excesos" y "ética donde haya habido abusos".

Pasaban unos minutos de las seis y media de la tarde cuando hizo su entrada en el palco la Reina, acompañada por el jefe de Comunicación de la Casa del Rey, Ramón Iribarren y el general Cabrera. El escenario, en azul y rojo, parecía más limpio que en años anteriores. Sonaron los primeros aplausos y ocuparon su asiento las ministras de Cultura, Ángeles González-Sinde; de Industria y Ciencia, Cristina Garmendia, y de Sanidad, Leire Pajín, acompañadas de la presidenta del Tribunal Constitucional, María Emilia Casas. El resto de los invitados ya estaban sentados. Entraron los Príncipes, acompañados por el presidente del Principado, Vicente Álvarez Areces -también se despide-, y por el presidente de la Fundación Príncipe, Matías Rodríguez Inciarte. Tras el Himno Nacional interpretado por la banda de gaitas Ciudad de Oviedo, se escuchó la pieza Ayres for cornetts and sagbuts, de Hohn Adson, que recibe a los galardonados.

Jeremy Chapman y Rafael Matesanz, que lideran The Transplantation Society y la Organizaciòn Nacional de Trasplantes, premio de Cooperación Internacional, abrieron una comitiva que continuó con el escultor norteamericano Richard Serra (Artes), el único que olvidó levantarse cuando se citó su nombre para recoger el premio; los científicos que indagan en el dolor: David Julius, Linda Watkins y Baruch Minke (Investigación); el escritor franco-libanés Amin Maalouf (Letras); Myriam García Abrisqueta y Cécile Samagui, presidenta de Manos Unidas y representante de una de las organizaciones con las que colabora la ONG en la República de Benin (Concordia), respectivamente; el equipo arqueológico de los Guerreros y Caballos de Terracota del Mausoleo de Qinshihuang en Xi'an, integrado por Xu Weihong, Cao Wei y Zhang Weixing (Ciencias Sociales), y Alain Touraine y Zygmunt Bauman (Comunicación y Humanidades).

El grupo de la selección de fútbol, como ocurriría en el momento de recoger el galardón, cosechó las mayores ovaciones. Finalmente, los campeones del mundo estuvieron representados en Oviedo por Reina, Sergio Ramos, Jesús Navas, Mata, Javi Martínez, Marchena, Fernando Llorente, Capdevilla, Xavi, Íker Casillas y Vicente del Bosque. A la hora de recoger el galardón, Del Bosque invitó a reunirse con ellos a Luis Aragonés y Ángel María Villar, presidente de la Federación Española de Fútbol. Fue la imagen del acto.

Un "grupo excepcional", dijo el Príncipe. "Con un seleccionador Vicente del Bosque, que aportó sosiego, discreción y humildad, además de una decisiva contribución técnica", añadió. Y ya dirigiendose a los jugadores, afirmó: "Sois la España joven, ambiciosa y capaz, sin complejos ni renuncias; una demostración de que la juventud española actual está preparada para aspirar a las máximas metas".

Don Felipe está convencido de que "la cultura es el alma de la vida" y elemento imprescindible en unos tiempos de crisis que obligan a "redefinir proyectos y modos de vida". Es, en estos momentos, destacó don Felipe cuando los pueblos deben expresar "un mayor vigor e impulso a nuestra vida pública". Su consejo es renovar comportamientos y cambiar actitudes. El maestro que citó, en este caso, fue José Ortega y Gasset. "Sólo es posible avanzar cuando se mira lejos y sólo cabe progresar cuando se piensa en grande", decía el filósofo. "Podemos volver a ser ejemplo de capacidad, superación y grandeza", subrayó.

Discursos galardonados

Por su parte, el escritor Amin Maalouf, premio Príncipe de Asturias de las Artes, alertó del "retroceso ético" que padecerá la sociedad durante el presente siglo XXI. Se basa en "síntomas" de la "época descarriada" actual, como "las afirmaciones identitarias, la erosión de los valores democráticos o el recurso con excesiva frecuencia a las operaciones militares y a los estados de excepción". Maalouf incidió en el "papel crucial" de la cultura para superar esta situación, y llamó a la "educación cívica" para que la diversidad no se convierta en calamidad.

Otro de los premiados fue el sociólogo Zygmunt Bauman, galardonado con el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades, quien quiso hacer mención del que considera el "padre fundador de las humanidades", Miguel de Cervantes Saavedra, a quien reconoció como "el autor de la novela más grande jamás escrita". Durante su discurso en la ceremonia de entrega de los premios, Bauman aseguró que "estamos aquí gracias a Cervantes".

Por último, su compañero de premio, el sociólogo e historiador francés, Alain Touraine, aseguró que, en un mundo móvil "nuestro futuro depende, en gran medida, de nuestra capacidad de combinar la defensa de la pluralidad de las culturas con el universalismo de los derechos fundamentales políticos sociales y culturales".