Sensatez y diplomacia. Es la receta de Luis Alberto Lecea, presidente del consejo regulador de la Denominación de Origen Rioja, para plantar cara a la propuesta procedente de Londres de boicotear los vinos españoles por la crisis de Gibraltar. Lecea (San Asensio, 1961) opta por la prudencia al afrontar los problemas y por la paciencia al elaborar sus caldos. "El vino es un alimento", proclama orgulloso con una copa en la mano este agricultor y sindicalista que con tesón ha logrado hacerse con las riendas de una asamblea nacida en 1925 y monopolizada hasta el pasado mes de mayo por aristócratas y altos ejecutivos de multinacionales vitivinícolas.

-Señor Lecea, ¿cómo celebró su elección como presidente de la DOC Rioja?

-Con un buen vino. Estoy muy contento porque ya era hora de que un agricultor se sentase sin complejos a tomar decisiones en el consejo regulador. Me encuentro ilusionado y sin miedos.

-Pues se estrena con un posible boicot a los vinos españoles en Londres.

-Lo mejor es no hacer caso a esas personas que de forma aislada lanzan ese tipo de ideas. No tiene sentido que un problema político, de pesca y de aduanas se acabe trasladando a otros sectores productivos que nada tienen que ver con el conflicto de Gibraltar.

-¿Tampoco teme un futuro marcado por un consumo de vino en España que está en mínimos históricos?

-Ha habido un cambio en la forma de consumir vino. Pasamos de beber muchas botellas a beber menos pero de más calidad. Nuestro reto pasa ahora por recuperar a la gente joven.

-¿Cómo?

-Tenemos que transmitir a los jóvenes que el vino es un alimento, pero tenemos que ser capaces también de hacer vinos divertidos, que evoquen recuerdos.

-Y el vino blanco parece que está de moda, ¿apostará La Rioja por la elaboración de estos caldos?

-En La Rioja siempre hubo vino blanco y de calidad pero no ha sido acertada la estrategia de producción a lo largo del tiempo. Ahora espero poder incrementar los kilos de uva blanca para atender a esa demanda. Dentro de cuatro años comenzaremos a producir suficiente blanco para abastecer al mercado.

-¿Dónde se hace más el vino: en la viña o en la bodega?

-En el viñedo. Con malas uvas nunca se podría conseguir un vino bueno y para lograr uvas de calidad es necesario conocer la tierra y cultivar con mimo y paciencia. Sólo así se garantiza un vino de excelencia que además no tiene por que ser excesivamente caro.

-¿Pasa el futuro del buen vino por ofrecer botellas a 10 euros que pueda beber todo el mundo y no a 100 que satisfagan a los críticos?

-Tenemos que hacer vinos que se beban para satisfacer al público y no a los críticos. Hay que adaptarse a los gustos del consumidor sin perder la identidad de los vinos redondos de Rioja. No es rentable elaborar vino para un público superexquisito.

-¿Cuándo es un vino redondo?

-Cuando es fácil de beber. Tiene que tener además cierto envejecimiento en barrica para dotarlo de elegancia. Esas cualidades son las que tienen que aprender y valorar los jóvenes.

-Pues no veo yo a los jóvenes en un botellón con ganas de admirar esas cualidades.

-Es una pena. Es muy difícil cogerse una borrachera de vino. Cuando era niño mi madre me daba pan con vino y azúcar. Era normal crecer con el vino de compañía. Los botellones demuestran que se ha perdido esa cultura del vino.

-¡Hombre, pero con vino también se puede coger uno una buena melopea!

-El vino siempre debe beberse en compañía y con comida, aunque sea de una tapa. Te puedes coger un puntito, pero el que se emborracha lo hace casi siempre con otras bebidas. Después es importante elegir el vino según el tipo de alimento. Los tintos y los vinos más envejecidos ayudan a digerir las comidas más fuertes y los blancos y claretes destacan siempre por su frescura y se pueden beber con una tapa.

-Así que el vino es salud.

-Sin lugar a dudas. El vino es alimento que da energía y ayuda a recuperar las sales y los minerales que se pierden por el sudor. El que bebía agua antes moría de tifus o cólera. Los que trabajaban fuerte siempre tenían a mano el vino. Se tomaba una cuartilla para segar. El vino, insisto, es un alimento y ya se sabe que 'con pan y vino se anda el camino'. El vino es mejor y más sano que cualquier bebida isotónica.

-¿Y el vino sin alcohol?

-El vino, por definición, tiene alcohol. No hay dulces amargos. Si el vino no tiene alcohol no se le debería de llamar vino. En todo caso sería un mosto.

-Otro de los problemas a los que se enfrentan los productores españoles es a la competencia de los vinos del Nuevo Mundo y a la preponderancia de los caldos de Francia e Italia.

-Los vinos de lo que llamamos Nuevo Mundo no tienen tradición, historia y cultura. Los de Francia, Italia y España son los que pueden vender esos valores añadidos.

-Pero es difícil encontrar vinos españoles en Londres o Nueva York, donde sí se venden los franceses e italianos.

-En España no hemos sabido vender nuestros vinos en el exterior. No es que no queramos venderlo, es que no nos lo compran porque hemos fallado en la estrategia de comercialización. Además, la cultura del vino de calidad en España no tiene más de 25 años.

-¿Sólo 25 años?

-Sí. La Rioja hace vinos de calidad desde hace más de 500 años, pero esa cultura y ese afán por el buen vino es de hace 25 años en España. No tenemos aún tradición en la venta de nuestros vinos.

-¿No fue entonces cuando empezaron a proliferar las bodegas ligadas al boom de la construcción?

-Efectivamente. Con el boom de la construcción aparecieron las personas que invertían en bodegas y presumían después de sus productos. Era algo que les daba distinción.

-Pero la mayoría de esos nuevos bodegueros han fracasado.

-Pero las bodegas han quedado ahí. Son infraestructuras fantásticas de grandes arquitectos. Esas inversiones nos han venido muy bien a los bodegueros de toda la vida porque esas construcciones mejoran la imagen de esta tierra de viñas. El fracaso les llegó cuando se les cortó la fuente de financiación que estaba muy vinculada a la construcción. Hay que tener en cuenta que este es un negocio a largo plazo.