Nada de chismorreos en el Vaticano. Este es el mensaje que quiso dejar claro ayer el Papa durante su homilía en la misa para el Cuerpo de Gendarmería Vaticana, que se celebró en la gruta de Lourdes en los Jardines Vaticanos. El Pontífice indicó que el diablo trata de crear una guerra interna, una suerte de guerra civil y espiritual. "Es una guerra que no se hace con las armas que conocemos, se hace con la lengua", indicó durante este acto, para añadir: "Pidamos a San Miguel que nos ayude en esta guerra: nunca debemos hablar mal uno del otro, nunca abrir los oídos a los chismorreos".

El papa Francisco instó también a los gendarmes a intervenir si escuchan cualquier "chascarrillo". "Es necesario frenarlo", aseveró, y sugirió a los gendarmes que cuando vean un comportamiento así digan "aquí no se puede: salga por la puerta de Santa Ana (que da entrada al Vaticano), vaya fuera y chismorree allí. Aquí no se puede". Para el Papa, el chismorreo, de hecho, debe convertirse en una "lengua prohibida" en el Vaticano, porque "genera el mal".

"Os pido -señaló el Pontífice ante cien militares bajo las órdenes de Domenico Giani- que no solo defendáis las puertas, las ventanas del Vaticano -que por otra parte es un trabajo necesario e importante-, os pido que defendáis como vuestro patrón San Miguel la puerta del corazón de quien trabaja en Vaticano, donde la tentación entra exactamente como en tantos otros sitios", con un talante negativo. No es la primera vez que el papa alude a los chismorreos en el Vaticano. El pasado miércoles, durante la tradicional audiencia en la plaza de San Pedro, el obispo de Roma afirmó: "Antes de chismorrear, un cristiano debe morderse la lengua, le hará bien porque la lengua se hincha y no podrá hablar".

Por otra parte, recordó que quiere de toda la Iglesia Católica "una cada vez mayor adhesión a la espiritualidad de Francisco de Asís, icono viviente de Cristo".