Decenas de miles de personas de todo el mundo participaron ayer en la Marcha por la Ciencia, una protesta que comenzó en Australia y se fue extendiendo a lo largo del día por más de 600 ciudades de Asia, Europa, África y América para culminar con la más multitudinaria, la de Washington, en donde se congregaron unas 75.000 personas. También en España hubo seguimiento de esta iniciativa que busca sensibilizar sobre la importancia de la ciencia en la sociedad. Madrid, Barcelona, Sevilla, Girona, Valladolid, Granada, Bilbao, Valencia o Alicante fueron algunas de las ciudades que albergaron protestas.

Los manifestantes españoles exigieron que el conocimiento científico esté en el centro de las decisiones políticas, así como más inversión en investigación, una partida que ha caído un 35% desde 2009. Las marchas se produjeron bajo el lema Sin Ciencia, No Hay Futuro, y con el apoyo de 200 instituciones científicas, entre ellas la totalidad de las sociedades científicas, los sindicatos, las asociaciones de estudiantes, o la conferencia de rectores de las universidades.

Las protestas forman parte de un movimiento global al que se han unido cerca de 600 ciudades -como Tokio, Buenos Aires, Nueva Delhi, Sydney o Ginebra- para mostrar la preocupación de la comunidad científica ante la oleada de políticas anticiencia y el intento de erosionar la imagen de los investigadores. La comunidad científica se une para defenderse de los grupos "que niegan de modo interesado evidencias científicas como el cambio climático, la efectividad de las vacunas o la teoría de la evolución", al considerar que su influencia "puede acarrear consecuencias desastrosas para el objetivo de conseguir un mundo más justo y seguro". "En cada país la manifestación reivindica los problemas específicos, y en España el problema es obvio, tenemos unos presupuestos agresivos contra la investigación científica que no revierten la tendencia negativa de los últimos diez años", afirma el investigador del CSIC y promotor de las marchas en España, Emilio Criado.

"No podemos volver a salir de la crisis con el ladrillo que nos llevó a ella y con empleo de ínfima calidad", añadió. De este modo, las marchas españolas han coincidido en centrar sus reivindicaciones en la falta de apuesta por la ciencia de los partidos políticos.