La curva del COVID sigue su ascenso en Galicia, encabezada por el área sanitaria de A Coruña y Cee, que ayer volvió a superar el medio millar de casos activos, umbral que no sobrepasaba desde el pasado 24 de mayo. En el último mes, las infecciones de SARS-CoV-2 aumentaron un 35% en la demarcación coruñesa, al pasar de las 367 registradas el 1 de junio, a las 512 notificadas ayer por el Servizo Galego de Saúde (Sergas). En el mismo periodo, se duplicó la cifra de ingresados con COVID en el Complexo Hospitalario Universitario (Chuac), que ayer albergaba a una treintena de pacientes con esa dolencia, tres de ellos, los más graves, en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI). Son más de la mitad (55%) de todos los enfermos con COVID ingresados en Galicia (54).

Con todo, el área sanitaria de A Coruña y Cee, y la comunidad gallega en su conjunto, están todavía lejos de alcanzar la cifras del pasado 9 de mayo, fecha que supuso un punto de inflexión, al poner fin al segundo estado de alarma de la pandemia. Entonces, había 748 infecciones activas en la demarcación coruñesa, y un total de 62 hospitalizados por COVID, de los cuales 9 estaban en la UCI. El avance de la campaña de vacunación ha suavizado el impacto del incremento de los contagios en la presión hospitalaria —el Chuac dedica actualmente una única planta de hospitalización a pacientes con COVID, cuando en lo peor de la emergencia sanitaria llegaron a ser trece—, pero el SARS-CoV-2, advierten los médicos, “continúa ahí”, por eso insisten en hacer un llamamiento a la “prudencia”, ahora que se sabe que la variante delta, “más contagiosa”, circula ya por Galicia, que el uso de la mascarilla en exteriores “se ha relajado” y que el ocio nocturno puede reabrir sus puertas en los concellos que se encuentran en el nivel medio-bajo de restricciones.

“El principal problema es que ahora tenemos enfrente una variante del virus, la delta, que es mucho más contagiosa, en un momento como el verano, en el que aumentan los desplazamientos y las actividades de ocio, y que todo esto coincide, además, con una relajación en el uso de la mascarilla en el exterior”, apunta el doctor Pablo Longueira, adjunto del Servicio de Medicina interna del Chuac, quien insiste en que contener la transmisión comunitaria de la nueva cepa se antoja complicado sin aplicar “la medida más eficaz” que, sostiene, es el empleo del cubrebocas. “Ahora es el momento de poder contener esa transmisión comunitaria. Si se dispara, será mucho más difícil y corremos el riesgo de vernos superados por la situación. Aún estamos a tiempo de evitarlo”, remarca.

“Todos estamos deseando quitarnos la mascarilla, los sanitarios también —continúa el doctor Longueira—, pero hay que hacerlo si las circunstancias lo permiten, y de momento no es así cuando estamos en espacios interiores o a menos de un metro y medio de distancia de personas con las que no convivimos”, avisa el internista del Chuac, y lanza un mensaje especialmente contundente a los jóvenes que “no se sienten vulnerables frente al virus”: “Es cierto que, en caso de infectarse con el SARS-CoV-2, tienen menos posibilidades de pasarlo mal. No obstante, sí estamos viendo en España casos de jóvenes que ingresan muy graves en el hospital a causa del COVID. Y si no son capaces de extremar las precauciones por ellos mismos, deberían hacerlo por sus seres queridos, porque muchos viven con sus padres, que aún no tienen la pauta completa de la vacuna y que, en caso de infectarse, tienen más papeletas para desarrollar patología grave. Porque, independientemente de la vacuna que se administre, con la pauta parcial no se alcanza ni la mitad de la protección frente al virus”, advierte.

El doctor Pablo Longueira, adjunto del Servicio de Medicina interna del Chuac. L. O.


"El paradigma ha cambiado y los enfermos graves son más jóvenes"

“El desastre de Mallorca debe servir como aviso para saber qué es lo que no hay que hacer. Sería muy imprudente e infantil perder la carrera justo al final"


Casi 250.000 ciudadanos conviviendo con un virus altamente contagioso en una superficie inferior a los 40 kilómetros cuadrados, unido al hecho de que en los barrios más poblados, un elevado porcentaje de vecinos se dedican al sector de los servicios y a los cuidados, convierten la ciudad de A Coruña en una suerte de polvorín, epidemiológicamente hablando. Ambas circunstancias explican, en parte, que el SARS-CoV-2 haya impactado especialmente en la urbe coruñesa desde el inicio de la pandemia y, por extensión, en el conjunto de su área sanitaria. Los expertos no encuentran, sin embargo, una respuesta clara a los cambios de tendencia registrados en las últimas semanas.

“No sorprende que en las ciudades de A Coruña y Vigo haya más casos de COVID que en el resto de Galicia, porque son las zonas de mayor densidad de población, más turísticas, y también donde hay más movilidad, más ocio... Sin embargo, es difícil responder a la pregunta de por qué hace un mes la incidencia era mayor en Vigo, y por qué ahora lo es en A Coruña. No existe un motivo claro que explique estas tendencias”, sostiene el doctor Pablo Longueira, adjunto del Servicio de Medicina interna del Complexo Hospitalario Universitario de A Coruña (Chuac), quien, sin embargo, sí reconoce que la evolución de la pandemia, en los últimos tiempos, les ha “asombrado un poco”.

El paradigma del COVID ha cambiado. Antes se contagiaba mucha gente mayor, y eso derivaba en un gran número de hospitalizaciones. Pero el impacto de la campaña de vacunación se ha notado muchísimo, y ahora se están infectando muchos ciudadanos que no han recibido aún ninguna dosis, o que no han completado su pauta. Con la llegada de la variante delta, que es más contagiosa, la incidencia está aumentando en la calle, pero el impacto en la presión hospitalaria está siendo menor porque los infectados son más jóvenes”, reconoce el doctor Longueira, quien, no obstante, advierte de que los casos que llegan al hospital son, “por así decirlo, un poco más dramáticos”, porque la edad media de los ingresados es “bastante menor”.

 En este contexto, y ante la reapertura del ocio nocturno, el internista del Chuac insiste en dirigir un doble mensaje. A los responsables de ese sector, les pide que sean “muy estrictos con las normas establecidas en los protocolos, tanto por el bien común como por el suyo propio, para que sus negocios puedan permanecer abiertos y no suceda lo mismo que el verano pasado”. A los usuarios de ese tipo de establecimientos, en su mayoría “gente joven”, les reclama lo mismo: “Que sigan a rajatabla las medidas que los responsables del ocio nocturno les exijan cumplir. Tenemos un ejemplo clarísimo de lo que puede suceder si no se hacen las cosas bien: el macrobrote de Mallorca. Ese desastre nos tiene que servir como aviso para saber qué errores no repetir. Sobre todo, ahora que estamos tan cerca de la inmunidad de rebaño que deseamos alcanzar desde hace muchos meses. Sería muy imprudente e infantil perder la carrera justo al final”.