La Opinión de A Coruña

La Opinión de A Coruña

María José Cerqueira Presidenta de la Sociedad Española de Formación Sanitaria Especializada (Sefse-Areda) y coordinadora de Formación Sanitaria Especializada en el Departamento de Salud de Cataluña

“O mejoran las condiciones de trabajo en Medicina de Familia o los ambulatorios se van a quedar vacíos”

“Pese a su enorme responsabilidad, los tutores y los jefes de estudio de los residentes no tienen el reconocimiento que merecen”

María José Cerqueira, este pasado jueves, en el Hospital Universitario de A Coruña (Chuac), donde participó en el primer Congreso Gallego de Formación Sanitaria Especializada. Carlos Pardellas

La doctora María José Cerqueira, presidenta de la Sociedad Española de Formación Sanitaria especializada (Sefse-Areda), lleva “toda la vida” compaginando su especialidad médica, la Obstetricia, con la actividad formativa. Fue tutora de residentes quince años, directora de docencia y jefa de estudios durante otros tantos y, en la actualidad, es la coordinadora de Formación Sanitaria Especializada en el Departamento de Salud de Cataluña. Esta pasada semana visitó A Coruña para participar en el primer Congreso Gallego de Formación Sanitaria Especializada, un encuentro que reunió en el Hospital Universitario (Chuac) a profesionales de las ciencias de la salud y a graduados que están ahora especializándose en hospitales y centros de salud de toda Galicia, y también a sus jefes de estudio y tutores, para abordar cuestiones como los retos de la formación sanitaria especializada tras dos años largos de pandemia de SARS-CoV-2.

¿Qué sabor le ha dejado el primer Congreso Gallego de Formación Sanitaria Especializada?

Muy bueno. El hecho de que se haya organizado este encuentro es una estupenda señal, porque quiere decir que todos los profesionales que trabajan en este tema se mantienen muy vivos. En A Coruña hay un liderazgo fuerte por parte de la presidenta de la Comisión de Docencia del Hospital Universitario (Chuac), Rosario López Rico, en 2018 organizamos ya el congreso de la Sefse-Areda en esta ciudad, estuvo francamente bien y se ha mantenido la llama viva. Todo lo que he oído, y lo que me han comentado los jefes de estudio con los que he hablado, me ha dejado una sensación muy buena, de gente que está al pie del cañón y que no se rinde, pese a que hemos pasado dos años tremendos por muchas razones, también a nivel asistencial, con el consiguiente impacto en la formación de los residentes y en el tiempo que se les podía dedicar. Me ha parecido que en lugar de estar cansados, como sucede en otros sitios, los compañeros de Galicia están teniendo una reacción muy positiva, de hacer cosas y de retomar plenamente la actividad formativa, y eso está muy bien.

¿Cuál es su diagnóstico de la situación actual de la formación sanitaria especializada en España? ¿Goza de buena salud o requiere ‘medidas quirúrgicas’?

La formación sanitaria especializada en España se ha mantenido, desde el principio, por la grandísima voluntad y las ganas de trabajar de los docentes y por la ilusión de los residentes, que es indudable. Entre los primeros, incluyo al staff de los hospitales y los centros de salud y, sobre todo, a los tutores y a los jefes de estudio, que son figuras de mucha responsabilidad y poco reconocidas. De cuando en cuando, sí reciben palmadas en la espalda, más o menos formales, pero no basta, han de disponer de tiempo para dedicar a los residentes, evaluar correctamente, llevar a cabo reuniones reflexivas sobre la práctica y ver qué ha ido bien, mal o qué hay que mejorar. Todo esto, insisto, requiere tiempo, los tutores habitualmente tienen poco y los jefes de estudio, en general en este país, no cuentan con el reconocimiento que les debería corresponder a nivel jerárquico.

“El Ministerio lleva sin actualizar los programas formativos de algunas especialidades desde 1996”

decoration

¿A qué se refiere?

A que un jefe de estudios no es un señor o una señora con buena voluntad que más o menos se dedica a eso porque es guay y porque no tiene otras cosas que hacer, sino alguien con una responsabilidad altísima y a quien todo el mundo ha de reconocer dentro de los centros sanitarios. En general, por parte de las direcciones y las jefaturas de servicio existe cordialidad, pero no reconocimiento de autoridad, como debería. Esto, por un lado... 

¿Por otro?

El Ministerio de Sanidad no está dando la talla con una cuestión que aún figura entre sus competencias, y es que todavía hay programas de especialidades que son del año 1996. En teoría, estamos formando a anestesistas, intensivistas y cirujanos torácicos con programas de hace más de veinte años. En la práctica, esto no es verdad porque los profesionales no utilizan esos programas, pero en su momento fueron publicados por el Ministerio, no se han renovado, y esto no puede justificarse alegando causas administrativas. Lo que han tenido que hacer esas especialidades, y alguna más, es pactar entre ellas lo que saben que es la actualidad de su área, y formar a sus residentes en esos contenidos sin seguir los programas oficiales. 

¿Cada cuánto tiempo habría que actualizar los contenidos formativos de las distintas especialidades?

Los programas no han de cambiar cada año, eso sería de locos. Deben nacer con la idea de durar, al menos, una promoción. Y si son dos, mejor. Pero cada diez años, como mínimo, habría que revisarlos y comprobar si están bien o requieren algún cambio, no obstante, esto no se hace. También hay que decir, en favor del Ministerio, que la estructura que tienen para gestionar la formación sanitaria especializada es muy débil, porque disponen de muy poca gente. Y cuando las estructuras están en cuadro, tampoco dan para mucho más. La idea general, de arriba a abajo, es que todos hablamos de docencia, pero de lo que se trata es de hacer cosas para mejorarla. Todo el mundo dice que está muy interesado, que los centros son docentes y que es una responsabilidad del sistema de salud formar profesionales, pero la realidad se nota en que hay una pérdida de recursos. Y sin recursos las cosas no van o se caen a pedazos.

“La asignación de plazas MIR tiene que hacerse en tiempo real”

decoration

¿Qué más urge mejorar?

La asignación de plazas de médicos internos residentes (MIR). Lo que ha sucedido este año no sabría cómo calificarlo, pero me parece tremendo y bastaba hacer números para prevenirlo. Si se conocía la cifra de graduados que se habían presentado al examen MIR y cuántos lo habían aprobado, solo era necesario realizar una división muy fácil: tantas personas que podrían elegir plazas entre tantas plazas a elegir. El ratio que salía era 1,2, por tanto, estaba cantado que quedarían vacantes. Esto se podía saber desde el mes de febrero y haber tomando medidas, pero no se hizo nada, y el día que quedaron plazas vacías, hubo alguna declaración por parte del Ministerio muy desafortunada, del estilo “es que no han querido escogerlas”.

¿Cómo debería ser el sistema de elección?

Da igual que sea presencial o virtual, lo que nosotros hemos pedido, hasta la saciedad, es sea en tiempo real, y además la tecnología lo permite. Si puedes entrar en Amazon y comprarte lo que quieras, ¿cómo es posible que no se pueda acceder al sistema, en tiempo real, y escoger una plaza MIR? El principio de funcionamiento es el mismo, tan sencillo como eso. Lo que no puede ser es que un graduado solicite una plaza pero desconozca si le va a caer o no, con lo cual, si otro compañero se la lleva antes, no tendrá la capacidad de escoger. Esto es tremendo para alguien que tienen que decidir el resto de su vida profesional. 

El decreto que regulará la formación sanitaria especializada en Galicia está a punto de publicarse, pendiente de algunos flecos. ¿Qué le parece?

Efectivamente, ese decreto está en los últimos pasos, pero es que tenía que haberse publicado en 2009. Todas las comunidades autónomas han publicado sus normativas tarde, pero ahora muchas ya lo había hecho. Las cosas no pueden ser tan lentas, la residencia dura entre cuatro y cinco años y no se pueden perder diez arreglando las cosas ya que, entretanto, van pasando generaciones de profesionales que se van formando, y generaciones de tutores que se van quemando también. Porque ya le pueden poner buena voluntad, pero si solo es buena voluntad, y no tienen tiempo ni ningún reconocimiento especial, llega un momento en que la situación no da para más. Los que no han perdido el entusiasmo son los que están al pie del cañón, y los que se han de poner las pilas son los que están donde se toman las decisiones que afectan a los profesionales docentes y a los residentes. La Administración, en general, tiene que hacer un cambio de chip.

Se demora también el reconocimiento de nuevas especialidades.

Es que todo va demasiado lento. Sobre el tema de las nuevas especialidades, tampoco está claro que todas las que se pidan tengan que ser, pero por lo menos ha de poder discutirse, poniendo argumentos encima de la mesa que sean claros. Y la Comisión de Recursos Humanos del Sistema Nacional de Salud (SNS), integrada por todas las autonomías, ha de tener más peso real en el funcionamiento de todo esto. Formal ya lo tiene, pero luego todo se hace en el Ministerio. El papel de las comunidades queda a veces diluido, pese a ser las que tienen las competencias asistenciales, las que tienen a los profesionales y las que tienen claro, también, por qué perfiles han de trabajar.

El primer Congreso Gallego de Formación Sanitaria Especializada se ha celebrado en un momento complejo, tras dos años largos de pandemia de SARS-CoV-2. ¿Cómo ha impactado la emergencia sanitaria en los residentes y en sus formadores?

De manera muy variada. Evidentemente, estos dos años de pandemia les han afectado a todos, y el esfuerzo ha sido tremendo para todos también. No obstante, la generación de los tutores, que son profesionales de 30 años para arriba, estaba más acostumbrada a la frustración y al fracaso y, en general, ha aguantado mejor el estrés que la generación de los residentes, que son millennials y jamás se habían visto en una de estas. Creo que muchos residentes han respondido de una manera impresionante, pero también los hay que están al límite, y esto ha impactado más en unas especialidades que en otras.

¿Por ejemplo?

Una especialidad especialmente castigada a nivel psicológico (no tanto porque hayan trabajado más que el resto, porque durante la pandemia todos han arrimado el hombro), es Medicina de Familia. Y si en verdad nos creemos que esta especialidad es la puerta de entrada al sistema de salud, hay que cuidarla, y no lo digo por lo que ha sucedido con la asignación de plazas MIR, que es un síntoma más. 

¿Por qué lo dice entonces?

Tengo la sensación de que a los médicos de familia les dan palmadas en los hombros, y luego poco más. Mi especialidad (Obstetricia) es hospitalaria y, de entrada, no entendía a los médicos de familia, de hecho me costó, pero he empezado a hacerlo. En su ambiente de trabajo tienen mucha menos posibilidad de hacer cojín emocional. En el hospital, cuando estás muy mal, sales al pasillo, ves a un compañero y haces catarsis. Los médicos de familia, sin embargo, hacen catarsis con los suyos, porque a los otros no los ven, y trabajan en un entorno con una presión inmediata. Si tienen que atender entre 50 y 60 consultas en una mañana, no pueden hacer nada más. Necesitan más soporte y hay que mejorar de manera clarísima las condiciones de trabajo de Medicina de Familia o los ambulatorios se nos van a quedar vacíos. Estamos formando profesionales que se van a marchar a Reino Unido porque allí les pagan muchísimo más que aquí, donde los sueldos no son de recibo para toda la formación que hay detrás.

“El contacto humano con el paciente tiene que incluirse en los itinerarios formativos”

Cuenta la doctora María José Cerqueira que, “justo antes de la pandemia de SARS-CoV-2”, en Cataluña se celebró un foro que puso encima de la mesa la necesidad de incluir en los programas formativos de los residentes, de manera explícita, “los valores de los profesionales”.

“El contacto humano ya está implícito en algunas competencias, pero hay que explicitarlo. Decir qué se espera de los profesionales sanitarios. Parece que durante la emergencia sanitaria se ha dado más importancia a esta cuestión, pero el gran peligro es que, al volver a la normalidad, regresemos a donde estábamos. Convertir a los médicos en técnicos que saben mucho sobre cómo operar una patología, pero carecen de tiempo para hablar con el enfermo, escucharlo y transmitirle seguridad y confianza, es un riesgo. Estos valores hay que trabajarlos y tienen que estar, de una manera clarísima, dentro de los itinerarios formativos. Y los residentes han de tener tiempo para reflexionar si los están aplicando y asumiendo o no, y cuáles son las dificultades que se encuentran en la práctica diaria para tener en cuenta la opinión del otro o para respetar al que dice lo contrario. Algo que no siempre es fácil, y que también hay que trabajar”, subraya.

Compartir el artículo

stats