Jóvenes, superventas y religiosos

Una nueva generación de artistas desea llevar la palabra de Dios a las listas de éxitos: Kike Pavón, Grilex y Jesús Cabello han logrado resucitar el interés por los mensajes bíblicos a golpe de sonidos urbanos | Se suman así al fenómeno que protagonizó Hakuna en 2022

El cantante Grilex en Madrid

El cantante Grilex en Madrid / ALBA VIGARAY

Pedro del Corral

Guillermo apenas se separa de su rosario azul. No lo utiliza siempre para rezar. A veces, simplemente lo tiene en el bolsillo para sentirse seguro. Tiene 28 años y es la sensación del rap cristiano. De primeras, ambos términos parecen antagónicos… pero la realidad es que, poco a poco, se han ido aceptando para conformar la última revolución musical. Al menos, en el ámbito religioso: este jovenzuelo está detrás de Grilex, un proyecto que arrastra a 43.018 personas solo en Instagram. Es la punta de lanza de un movimiento que ha conseguido resucitar el interés por los mensajes bíblicos a golpe de sonidos contemporáneos. “Intento que la gente no esté sola. Quiero decirles que pueden unirse al equipo”, asegura. El suyo no para de sumar adeptos gracias a rimas en las que debate sobre la fe. La misma que rechazaba al principio y que, tras un encuentro con Dios, le reconvirtió: ahora, su experiencia inspira a miles de oyentes.

El Padre Damián

El Padre Damián / ALBA VIGARAY

“Era un rebelde. Cambié de colegio en varias ocasiones, no encajaba. La enfermedad de mi hermano pequeño hizo que me cabreara con el mundo y me pusiera a escribir. De ahí salió mi primera canción, que tuvo bastante recorrido e hizo que se me subiera el ego. Así, me fui desviando. No entendía cómo el Señor podía permitir todo lo que me estaba sucediendo”, rememora Guillermo, entre cuyos referentes aparecen AC/DC y Guns and Roses. Aquellas melodías recogían el dolor y la frustración que dirigía contra la Iglesia. Sin embargo, un gesto trastocó todo: tras confesarse, descubrió el amor que éste tenía guardado para él. “Yo no estoy aquí para sembrar odio ni división, sino para generar unión y fraternidad”, añade. En Ephemeral, por ejemplo, lo deja bien claro: “Mientras tú te vas de fiesta, yo sano las almas. No me des las gracias, no las quiero… busco de su gracia”. Su frescura y descaro no solo son un aliciente para el público cristiano: a sus conciertos acuden sujetos de cualquier confesión. Y, en concreto, chavales que han localizado en él un referente de su tiempo. A diferencia de lo que ocurría hasta ahora.

"Yo no estoy aquí para sembrar odio ni división en la vida, sino para generar unión y fraternidad"

Hakuna es el mayor exponente de este fenómeno: se trata de una asociación privada de fieles con personalidad jurídica propia que se popularizó, en 2022, gracias a Huracán. Tal fue el pelotazo que congregaron a 8.000 almas en el Palacio de Vistalegre (Madrid) para presentar su disco Qaos. Este grupo, promovido por el sacerdote José Pedro Manglano, nació con la intención de que los más jóvenes se preparasen para la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) de Río de Janeiro en 2013. Aquel día, el Papa Francisco les pidió: “Hagan el lío, salgan a las calles a vivir el evangelio”. Y así lo hicieron de inmediato. Desde entonces, no han parado de crecer entre acusaciones y rumores. Les han llamado secta, aunque ellos sostienen que se dedican a rezar, cantar, bailar y viajar. Junto a ellos, han proliferado cantantes que están consolidando este nuevo amanecer de la música cristiana: desprejuiciado armónicamente y comprometido religiosamente.

El cantante Kike Pavón

El cantante Kike Pavón / ALBA VIGARAY

Parte del éxito se debe al lenguaje que emplean: directo, real y universal. Con independencia del estilo, sus palabras han conseguido modernizar una tradición que lleva lustros perdiendo fieles. “Las letras tienen capas que, según la época, cada oyente puede descifrar de numerosas maneras”, apunta Jesús Cabello. Su experiencia como profesor de Literatura le ha ayudado a imprimir ese carácter a sus composiciones. Aunque él prefiere decir que es obra del corazón: “Cuando tenía 18 meses me diagnosticaron leucemia. Avanzó rápido y, en un punto crítico, mi madre se rindió y alteró sus oraciones: ‘Que se haga tu voluntad. Pero, si se queda aquí, será para ti’. Horas más tarde, el cáncer remitió. Cinco años después, me extirparon un linfoma que tenía en el cuello. Yo descubrí la verdad a los 13, lo que hizo que despertase en mí un deseo ardiente de hallar el sentido de la vida. Pronto, conocí a Dios. La música se coló en medio de todo como una vía para expresar mis inquietudes”. En la actualidad, 11.305 personas escuchan mensualmente sus tres álbumes en Spotify.

"Alguien que esté alejado de la fe es complicado que se sienta atraído por este estilo musical"

A pesar de la bonanza que vive este género hoy, no hay que perder de vista que la situación en España es distinta a la de Latinoamérica. “Allí, se disfruta con auténtica pasión. Y, además, el artista cristiano está a la altura del músico secular. No obstante, en nuestro país, quien consume estos temas se reduce a la que acude a comunidades. Alguien que esté alejado de la fe es complicado que se sienta atraído, aunque me he topado con testimonios que dinamitan las estadísticas”, subraya Jesús, que ha girado por parroquias, cárceles, estadios, parques… Desde el otro lado del Atlántico, han llegado iconos como Marcos Witt, Danilo Montero, Alex Zurdo, Athenas, Juan Carlos Alvarado o Marcela Gándara a los que aquí no se ha prestado demasiada atención. Quizá, por el estigma que aún rodea a un sector que intenta alejarse del puntito paródico que le han dado las virales Flos Mariae.

Una mención en los Grammy

Más allá de las polémicas hermanas Bellido, conocidas por sus caricaturescas Amén y Vamos a Belén, la industria en España ha contado con nombres de cierto calado. Aunque en ningún caso a nivel masivo. Entre ellos, el cantautor Marcos Vidal, los rockeros La Voz del Desierto, la intimista Hermana Glenda, los poperos Esperanza de Vida, los clásicos Brotes de Olivo… Dentro de esta música, hay que discernir entre la católica y la evangélica. De ellas, la segunda es la que ha gozado de mayor profesionalización en Estados Unidos o Suecia. 

Jóvenes, superventas y religiosos

Jóvenes, superventas y religiosos

Por tanto, la que se hace en 2022 está inspirada por ella. Incluida la primera, que no ha conseguido adaptarse tan rápido ni ha logrado semejante atracción. Ahora bien, el punto de inflexión que está marcando esta reciente generación podría llamar la atención de una masa que, hasta ahora, le habían dado la espalda. Y, por qué no, de las radiofórmulas.

Kike Pavón está en el camino de conseguirlo: arrasa en YouTube con 802.000 suscriptores que ya se han enamorado de su pop urbano. Lleva 12 primaveras labrando su carrera, conquistando pequeños escenarios que le han catapultado hasta los grandes festivales devotos del momento. Si bien su recorrido ha sido similar a de cualquier cantante comercial, se ha encontrado mayores dificultades. 

“He vivido el rechazo. Por ejemplo, yo no puedo entrar en una radio pese a que mi propuesta sea buena. Como tampoco puedo optar a los mismos premios. Tan sólo nos hacen un pequeña mención en los Grammy que, entre otras cosas, tiene lugar antes de la gala. No creo que mis letras sean más ofensivas que muchas que sí suenan”, sostiene Kike, que sintió el abrazo de Dios a los 20. Por aquel entonces, se dio cuenta de que no había sido todo lo bueno que se esperaba de él. Pero, incluso así, sintió el perdón de la fe. Eso le entusiasmó porque, sin esperarlo, volvía a tener otras oportunidades: “Cuando le conocí, mis versos tomaron otra tonalidad. Quererle es también amar a la familia, por lo que vale la pena cantar sobre él”. Sus temas más populares son Empezar de nuevo y Ganas de vivir, que acumulan 22 y 13 millones de reproducciones. 

Para él, en ellas reside la clave de su éxito. “Soy de los que piensa que la gente no se enamora de los intérpretes, sino de sus canciones. Esas que llegan a su vida en el instante que más lo necesitan. Sencillamente, porque recogen episodios por los que están transitando”. Acompañar es siempre el fin. Motivo más que suficiente para que, al igual que ocurre en la religión, se produzcan conversiones: “Conozco a artistas que antes no hacían música cristiana y ahora sí. Y al revés. Abordarla es un compromiso con Dios. De ahí que, cuando me preguntan, les explico que el salto debe ser progresivo. Aquí se gana menos, por lo que la convicción debe ser férrea. Dicho esto, no todos tienen que hacerla. Si les llama Sebastián Yatra, deberán adaptarse. Es su trabajo. Es verdad que hay quien lo hace por una cuestión misional, pero no todos estamos obligados a hacerlo. Cada uno tiene su camino. Y todos son respetables”.

Liderar Los 40 Principales

Uno de los grandes expertos en la materia es el Padre Damián. Conocido por su participación en La Voz, ha desarrollado una trayectoria en la que la religión y el arte conviven a la perfección. Incluyendo TikTok, donde atesora 785.300 fans. Nadie mejor que él para analizar si se trata de una moda pasajera o no. “Hay signos de mejora en el mercado, pero se nota la falta de medios económicos. Aquí, durante décadas, hemos identificado la música cristiana con el perfil de compositor. Y eso, por fin, está cambiando. Me encantaría que llegase el día en que nos equiparemos a otros territorios. Recuerdo que, cuando estuve en Italia haciendo el noviciado, Los 40 Principales la programaban con total naturalidad. Mi predicción es que, en España, no tardaremos en ver algo similar. Esta hornada inédita empezará, en breve, a extenderse a otros niveles. Y eso hará que sus creaciones se viralicen con más facilidad”.

Para ello, será necesario que la industria evolucione. De lo contrario, corre el riesgo de seguir arrinconando este género a un nicho específico. “Uno de los grandes problemas que tiene es la velocidad con la que se genera. Seguimos ofreciendo patrones del pasado para una estética renovada. Aún así, llegará. Estamos ante el embrión de lo que será la música cristiana contemporánea”, enfatiza Damián, que heredó el arte de su abuela desde temprano. La siguiente pregunta tiene que ver con el objetivo, un debate en el que existen opiniones muy dispares. 

¿Evangelizar o compartir?: “Hay criterios para cualquier gusto. El mío es que no tenemos que espiritualizar todo. Esta afirmación puede ser polémica... La música es música. Y el hecho de que la canten cristianos ya otorga este matiz. Pero no hay que obsesionarse con ello. Las canciones saben por sí solas colarse en el corazón de las personas y, si están bien hechas, provocarán preguntas”. De hecho, ya hay algunas que lo consiguen a ritmo de perreo. Lo importante aquí es bailar… el resto llegará. Y, si no, tampoco pasará nada. 

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