Ian Gibson | Hispanista

“Si he servido de algo en esta vida es para hacer la biografía de Lorca”

Publica ‘Un carmen en Granada’, la autobiografía con la que ganó el Premio Comillas de Memorias

El hispanista
Ian Gibson.  | // JOSÉ LUIS ROCA

El hispanista Ian Gibson. | // JOSÉ LUIS ROCA / Juan Cruz

Juan Cruz

Predestinado a ser el biógrafo de Federico García Lorca, de cuya muerte dio cuenta minuciosa en diversas obras que cambiaron el curso del conocimiento del asesinato del poeta granadino, Ian Gibson publica ahora su autobiografía, Un carmen en Granada, con la que ganó este año el Premio Comillas de Memorias, convocado por la editorial Tusquets. De sus libros sobre Lorca, Graham Greene dijo que era el testimonio de “un detective contra el olvido”, y en este caso el hombre que más ha hecho por desvelar cómo se fue preparando el asesinato del principal poeta español del siglo XX cuenta, sin reparos, su propia vida. En esta entrevista, hecha en su casa de Lavapiés, en Madrid, este irlandés de 83 años se muestra como el español que es desde antes de tener la nacionalidad que Felipe González le otorgó en 1984.

Su libro parece escrito, en efecto, por un detective que lucha contra el olvido.

Pues sí: yo me siento un detective contra el olvido. Mira: acabo de ver el documental sobre Queipo de Llano [Pico Reja] y he salido del cine muy emocionado. Porque en España tenemos una derecha que no es capaz de reconocer nada y dicen que son católicos y, en consecuencia, deberían tener en cuenta el bien del prójimo, ¿no? ¡Qué hipocresía! Hoy todavía hay restos humanos en cunetas, tirados ahí como si fuesen perros y... ¿no piensan ayudarles? Pues no. Dicen que esto ya es historia pasada, que no hay que reabrir heridas. Pues, oye: ¡es que todavía no se han cerrado! ¿Por qué no son capaces de reconocer que el franquismo fue un régimen criminal en su raíz y en su desarrollo?

¿En qué se parece la ultraderecha de hoy a la que asesinó a Lorca?

Son iguales. No han cambiado. Porque la derecha de hoy viene del franquismo. 40 años de dictadura es mucho tiempo. Cuando acabó todo lo de Hitler, en Alemania hubo juicios. Aquí, nada. Hitler se suicidó, a Mussolini lo colgaron... Y a Franco... ¡A Franco nada! Y, encima, la historia se ocultó. Los abuelos ni siquiera hablaban con sus hijos y sus nietos del tema.

Su libro es una autobiografía, pero contiene muchos personajes españoles, García Lorca es el más potente. Pero aquí el personaje fundamental es su propio hermano. ¿Su tendencia sexual influyó en que usted luego indagara sobre Lorca?

Cuando supe que mi hermano era gay fue una cosa terrible. Porque recuerda que estábamos en una Irlanda ultracatólica. Eran los años 50 y... todo era horrible. No podías conseguir el Ulises de Joyce, por ejemplo. En fin. Yo nací en una pequeña minoría irlandesa, la metodista, protestante, pero estaba rodeado de un océano de católicos. Y ser metodista era ser casi como un judío: los domingos no podíamos hacer nada, pero nada. De repente, el niño preferido, Alan, resultó que era gay. Fue terrible para mis padres y para mí. Pero eso luego me ayudó a interesarme y a comprender a Lorca.

Lorca es una urgencia en su vida.

Sí, sí. Leí Romancero gitano y se me despertaron muchas cosas. Me lancé a buscar, a resolver preguntas, sí. Fue increíble. Tuve un año sabático y fui a Granada y quise vivir en un carmen porque era algo que mencionaba Lorca y a mí me daba mucha curiosidad. Resultó que un carmen era una casa con un jardín interior, oculto a los ojos de los demás. Tuve la suerte de encontrar uno y... ¡pasé un año estupendo! Y, al ir conociendo a republicanos represaliados, me di cuenta de que era mi obligación investigar el asesinato de Lorca. Tuve que investigar de manera más o menos secreta porque a la gente le daba miedo hablar públicamente del tema. Y, pues sí, como dices: yo parecía un detective.

Habló con gente que participó en la preparación de su asesinato. De todos ellos, ¿quién le dio más miedo?

Nestares, el que había dirigido la zona de Viznar durante la guerra. Él tenía un inmueble en Almuñécar y recuerdo que tenía cosas de nazis en su estudio. Daba miedo.

¿Y Ramón Ruiz Alonso? Con este, que fue el que lo condujo a la detención, también habló.

Lo de Ramón Ruiz Alonso fue un año después de vivir en Granada. Yo volví a España, él vivía aquí en Madrid y al lado del Palace tenía una oficina. Me presenté sin cita, llamé a su puerta y me dijo: “¡Pase!”. Yo había leído algo suyo, donde exponía su ideología fascista y tal. Bueno, pues llegué y le dije: “Me han dicho que usted sabe mucho sobre la muerte de Federico García Lorca y quería saber si usted está dispuesto a hablar conmigo”. Me dijo que, con mucho gusto, así, sin más: “Yo le voy a contar todo como si estuviera delante de Dios, con toda franqueza”. Y saqué mi grabadora y... me contó su versión.

¿Él lo mandó matar?

No lo sé. Él trabajaba para el gobierno civil. Un gobierno civil ilegítimo, claro. Estaba a las órdenes del gobernador civil, era tipógrafo y trabajaba en el periódico Ideal, un periódico católico, de derecha. Era un hombre ambicioso, quería ser escritor y... yo estoy seguro de que le tenía envidia a Lorca. Él y otros denuncian a Lorca y... esa denuncia era una sentencia de muerte, claro.

También habló con el enterrador de Lorca. Si el enterrador habló, ¿cómo es posible que todavía no se sepa dónde están los restos de Lorca?

Bueno, él me llevó al sitio. Me llevó a Viznar y me dijo: fue aquí. Me decía: fue por aquí, por este rodalillo. Bueno, pues saqué mi diccionario, a ver qué era un rodal. Él estaba convencido de que era ahí. Pero... puede que se haya equivocado, no lo sé. Me dijo: aquí cayeron dos toreros, un maestro republicano cojo y Lorca. Lo del maestro cojo fue para mí una pista fantástica. Porque averigüé que se trataba de Dióscoro Galindo González, contacté a su familia y... bueno, eso ya lo he contado mucho.

¿Lloró por Lorca?

Sí. Yo he llorado muchísimo por él. Cuando yo leí Bodas de sangre o Doña Rosita... lloré. Bueno, en toda su obra ves que hay una enorme comprensión por los perseguidos: los negros, los moros, la mujer... La mujer es el gran símbolo para él de la persona oprimida.

¿Y por qué la figura de Lorca es tan potente hasta el día de hoy?

Su asesinato ayudó mucho a que se le conociera. Pero antes de que lo mataran ya era conocido, lo tradujeron al inglés y al francés... digamos que tenía cierta fama.

Pero en su propia familia estaba silenciado.

Sí, es verdad. Para la familia, su orientación sexual suponía un problema. El propio hermano de Federico, Francisco, publicó un libro en donde no menciona para nada la homosexualidad de Lorca. Era catedrático de literatura y... eso es doblemente grave, ¿no? Porque que un investigador universitario omita un dato tan fundamental para comprender a Lorca, pues... Así como hay quien dice que no hay que reabrir heridas, también está quien dice que no hay que meterse en braguetas ajenas. Así es esto.

¿Se hizo español por Lorca?

Sí. Yo encontré mi vocación de hispanista gracias a Lorca. Y, bueno, me encontré también a mí mismo gracias a él. Es un poeta que te habla de la manera más íntima y... ¡resulta que matan a alguien que tú amas! Además, Lorca cree, como yo, en la España mestiza. ¡Esa es la grandeza de este país! Aunque la derecha no quiera verlo, eso es así. Por las venas de un español corre sangre árabe y latinoamericana, por ejemplo. Por eso ahora no se debería discriminar a gente de esos países, ¿no?

¿Con este libro se ha rescatado a sí mismo?

Hay algo de eso. Yo me considero un ser muy dañado, pero ahí digo que los que te hacen daño también son víctimas. Digamos que yo soy un hombre averiado que se ha salvado gracias a mi vocación de investigador.

¿Qué es ahora lo más importante de su vida entera, tal como figura en sus memorias?

Mi familia, mi mujer, la biografía de Lorca. Si yo he servido para algo en esta vida es para hacer la biografía de Lorca. También es importante la gratitud que siento hacia este país. Por eso siempre quiero saber más sobre él. Y también quiero que se desentierre a los muertos y que se valore la mezcla de culturas que hay en este país.

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